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Actualizado: 10 de junio de 2025
Todo me sonríe, el país, los parientes, los amigos, los vecinos, que vivían a mi puerta y me saludaban con un jubileo tal, como si hubiese llegado la Providencia. Soy muy feliz, y esto me causa espanto, porque en este mundo lo bueno dura poco. Es indispensable que me mortifique con las buenas obras, y que no me deje arrastrar sino por el reconocimiento hacia el divino Dispensador.
Pero en medio de la satisfacción que siento, recuerdo con honda pena al joven que tan enamorado estaba de Cesarina y al cual apoyaba en sus pretensiones. ¡Pobre joven! ¡Cuánto habrá sufrido!... Puesto que no queda ya ninguna esperanza, es preciso, pues, romper del todo, lo antes posible; Dios me ayudará como me ayuda siempre, y yo no me cansaré de repetirle millones de veces mi reconocimiento por los beneficios que me concede.
»Por la mañana ordenaba mis libros y mis papeles, y mientras que Teobaldo me daba lección, manteníase a mis espaldas, atento y silencioso, esperando mis órdenes. »Dulce y tímido, no se atrevía a exponerme su reconocimiento, pero sus acciones me lo manifestaban.
En aquel día supremo, arrodillada ante el altar mayor de Santa Clotilde, bajo el resplandor estelario de los cirios en medio del grupo de flores que la rodeaban, la mano en la mano del esposo, el corazón desbordando de piadoso reconocimiento y de amor dichoso, Juana de Berengére alcanzó al cielo.
Después de las primeras escaramuzas de vanguardia, el general Mendieta efectuó un minucioso reconocimiento de las líneas contrarias, en el cual le acompañé, y me manifestó que las partidas que teníamos enfrente sumaban, en conjunto, unos mil y pico de hombres.
¿Pero cree usted que yo voy a poder ver a Germana en el altar mayor de Santo Tomás de Aquino, con el señor de Villanera a su derecha, la señora Chermidy a su izquierda con un niño de dos años en los brazos, y el sepulturero cerrando la comitiva? Eso es sencillamente abominable, mi pobre doctor. No hablemos más de ello... Diga usted... ¿Y es muy complicada esa ceremonia del reconocimiento?
¡Ah, tú, Sol! y Sol le pasaba la mano por la frente, y le apartaba de ella los cabellos húmedos. Lucía arreglaba las almohadas de manera que Ana pudiera estar como sentada. Sus amigas todas rodeaban la cama, y Ana, sin fuerzas aun para hablar, les pagaba sus miradas de angustia con otras de reconocimiento. Parecía que era dichosa.
Hahnemann tiene títulos incontestables al reconocimiento de todos los médicos, preciso es confesarlo con franqueza, sea cual quiera la escuela á que pertenezcan.
Entonces Nolo le notició lo que había ocurrido dos días antes de su salida para Oviedo, el reconocimiento de Flora por hija del capitán y lo satisfechos que estaban todos los paisanos con aquella señorita criada entre ellos. Demetria dejó escapar también exclamaciones de alegría. ¡Ya lo creo que se alegraba! Estaba segura de que Flora, aunque rica y señorita, sería su buena amiga.
Todos los testigos viven aún para repetirlo, excepto nuestro padre y la pobre Filiberta, quien al perder a su señora perdió también las ganas de vivir, y no existió luego sino el tiempo indispensable para continuar con su señor los servicios que había prestado a nuestra madre por cariño solamente. ¡Oh! ¡Este lazo de la domesticidad es un noble y santo cambio entre el criado que se une por amor a la familia, que retribuye, en cambio, sus servicios con reconocimiento, ternura e igualdad ante el corazón!
Palabra del Dia
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