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Actualizado: 19 de junio de 2025


Más su túnica de nieve ha rasgado el negro aullido de los vientos, y debajo de los santos, ideales sentimientos, son los odios un grabado, la ambición es un relieve. Aquel nido, que era un beso en el vivir de los hermanos corazones, es escarnio de la que se deben las naciones; y por eso ha volado la paloma de plumaje alabastrino, ahuyentada por la mano poderosa del destino.

Juanito la veía al través de los años como una Máter dolorosa, acariciando dulcemente su cabeza de niño y pensando en el doctor Pajares, a pesar de su reciente viudez. Ya no creía en su madre. La fe se había rasgado en él como una virginidad irreparable. Le nacía daño el canto infantil, y para no llorar salió rápidamente del paseo, siguiendo el pretil del río.

Estremeciéronse los jueces de tan horrenda blasfemia; poco faltó para que rasgaran sus vestiduras al oir palabras tan impías, y las hubieran rasgado sin duda, si hubiera tenido Zadig con que pagarlas; mas se moderáron en la violencia de su dolor, y se ciñéron á condenar al reo á ser quemado vivo. Desesperado Setoc usó todo su crédito para librar á su amigo, pero en breve le impusiéron silencio.

Las estrellas fijas están separadas de nosotros por una distancia tal que apenas cabe en nuestra imaginacion, y sin embargo las vemos; no llegan á tanto ciertamente ni el olfato ni el oido; pero el primero no deja de advertirnos de la existencia de un jardin que está á muchos pasos de nosotros; y el segundo nos da noticia de una batalla que se ha trabado á muchas leguas de nuestra vivienda, de la chispa eléctrica que ha rasgado la nube en el confin del horizonte, ó de la tempestad que brama en la inmensidad de los mares.

Camila Liénard le recibió con amable sonrisa y le tendió su morena manecita, cuya fina epidermis habían ligeramente rasgado las espinas de los rosales; y dijo la viuda: Estoy encantada de su visita y le pido solamente permiso para acabar este ramo... No tardaré mucho, pero es faena que no puedo aplazar... He visto que necesitaban ser cambiadas las flores que tengo en los jarrones del salón... Hay dos cosas que no puedo sufrir: las cintas descoloridas y las flores mustias.

En el beso de la tierra con el cielo, muere el sol... De la tarde el arrebol se desmaya entre las sombras de la noche del guerrero. El silencio de las horas enlutadas ha rasgado los clarines del heraldo de la muerte; hay espectros en las sombras y hay terror en las miradas y vomitan los cañones el derecho del más fuerte.

Describía con un laconismo pintoresco las noches en la dehesa, con sus toros dormidos bajo la difusa luz de las estrellas y el denso silencio rasgado por los ruidos misteriosos de las espesuras. Las culebras del monte cantaban con una voz extraña en este silencio. Cantaban, señor.

La he rasgado y la he quemado temeroso de volver a la locura si leo mucho ese fragmento horrible. Pero su recuerdo está fijo en mi memoria. Un día entré yo en mi casa, como suele entrarse por casualidad, sin ser notado. En el gabinete de mi mujer hablaba un hombre. Uno de mis mayores amigos. Pretendía una cosa horrible. Pretendía que ella me hiciera traición. Yo maté a aquel hombre.

»No pude menos de temblar, sugestionado por aquella fatal coincidencia en la que creí ver la imagen de mi propio destino. De igual modo va apagándose el único rayo de luz que ha rasgado las tinieblas de vida... Me volví a mi cuarto llorando como un niño.» «No estaba yo en lo cierto, Antoñita; también su tío tiene momentos de desesperación y abatimiento profundos.

Yo salí de mi tierra y dejé hijos y mujer por venir a servir a vuestra merced, creyendo valer más y no menos; pero, como la cudicia rompe el saco, a me ha rasgado mis esperanzas, pues cuando más vivas las tenía de alcanzar aquella negra y malhadada ínsula que tantas veces vuestra merced me ha prometido, veo que, en pago y trueco della, me quiere ahora dejar en un lugar tan apartado del trato humano.

Palabra del Dia

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