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Actualizado: 11 de junio de 2025
Al través de los vidrios y visillos de las ventanas se veían lucir las estrellas; turbaban el silencio los ruidos característicos del campo; ya el campanilleo de una recua, ya el rechinar de un carro, ya los graznidos de las aves rapaces que buscaban nidos entre la espesura del ramaje. A las tres de la madrugada la enferma pidió agua; Julia se la dio.
Entre el ramaje verde asomaba el extremo de algo semejante á una viga gris; otras veces, esta aparición emergía de un amontonamiento de troncos secos. Al dar vuelta al obstáculo, aparecía una plazoleta de tierra limpia ocupada por varios hombres que vivían, dormían y trabajaban en torno de un artefacto enorme montado sobre ruedas.
Era el mismo escenario de su dicha, como él era el mismo Maltrana; pero había soplado un viento glacial, matando la alegre hojarasca llena de rumores y de cánticos, dejando sólo el escueto ramaje. Los almendros de la Huerta del Obispo, que derramaban en otros tiempos lluvias de flores sobre la cabeza de Feli, parecían ahora escobas plantadas por el mango.
Estaban jugando bajo un gigantesco grupo de castaños, saltando sobre un espeso tapiz de musgo aterciopelado, donde el sol y las sombras del ramaje formaban maravillosos arabescos. Al llegar el carruaje cerca de aquel sitio, mandó parar, bajó, y acercándose a los niños y conociéndolos, porque a su lado estaba la mujer del colono, los envolvió en una mirada indefinible.
Ni un solo árbol conservaba la forma rectilínea y el abundante ramaje de los días de paz. Los grupos de pinos recordaban las columnatas de los templos ruinosos. Unos se mantenían erguidos en toda su longitud, pero sin el remate de la copa, como fustes que hubiesen perdido su capitel; otros estaban cortados por la mitad, en pico de flauta, lo mismo que las pilastras partidas por el rayo.
Pasados estos incidentes volvía otra vez la lección cantada, y la arboleda parecía estremecerse de fastidio al tamizar entre su ramaje este monótono sonsonete. Algunas tardes oíase un melancólico son de esquilas, y toda la escuela se agitaba de contento. Era el rebaño del tío Tomba que se aproximaba. Todos sabían que llegando el viejo con su ganado había un par de horas de asueto.
Despedida de Sariaya. Un santo y un hombre honrado. Exactos como cronómetro inglés nos encontramos á las siete de la mañana en el gran salón de la escuela, cuyo techo estaba revestido de verde ramaje, formando una pintoresca bóveda, de la que pendían una gran variedad de frutos. Los huecos de las conchas y ventanas cerraban colgaduras, banderolas, grímpolas y gallardetes.
Entes grandes y pomposos como la encina de Lebes , pero huecos. Árboles corpulentos de espléndido ramaje, pero torcidos e inclinados a la tierra. Hoy la serie de pensadores es como una serie de montañas, pero sin cumbres que sobresalgan, sin picos que se despidan de las otras.
En lo hondo, sobre la pincelada verde del ramaje, resalta la pincelada azul de las montañas; más bajo, por entre los troncos, a pedazos, espejea la laguna. El cielo está diáfano. Las palomas giran con su aleteo sonoro. Y un acridio misterioso chirría con una nota larga, hace una pausa, chirría de nuevo, hace otra pausa... La entrada de la casa principal es ancha.
A pesar de la expresión de tristeza que la envolvía por entero, los rayos del sol que se filtraban por el ramaje, ponían un nimbo de oro en torno de aquella fisonomía cándida y doliente. Corté unas violetas y se las di con palabras de ánimo, a las que ella respondió con una débil sonrisa.
Palabra del Dia
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