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Actualizado: 11 de junio de 2025


Eran árboles negros, de enorme tronco nudoso y abierto, abombados por grandes excrecencias y con escaso follaje; olivos que tenían siglos de existencia, que no habían sido podados nunca y en los que la vejez robaba savia al ramaje, hinchando el tronco con las expansiones de una lenta y penosa circulación.

Entretanto sus ojos acechaban la casa vecina. ¡Cuán intensa fascinación cobraron entonces para él, en la frescura matinal y entre el canto de los pájaros, aquellas entornadas celosías que le hacían pensar en el sueño de su amada! Cierta tarde, entre un claro del ramaje, vio pasar a Beatriz, que no quitaba los ojos del seto. El mancebo se mostró.

Hablábanse en voz baja, estrechadas sus manos y mirándose en los ojos, cuando el señor de Sontis sorprendió en la mirada de Juana una llama, que ciertamente no le estaba designada; volviose inmediatamente hacia el lado del bosque, siguiendo la dirección de la mirada de la joven, y vio, algo oculto entre los árboles, hacia la extremidad del camino, a un hombre que parecía indeciso en continuar o no; aquel hombre dio súbitamente vuelta a la espalda, y tomó otro camino, desapareciendo entre el ramaje.

Hay más de un millar dentro de la fortaleza y sobre las murallas. En aquel grupo con antorchas están descuartizando á un arquero. Allí arrojan á otro desde el muro. Por las abiertas puertas entran ahora muchos con grandes haces de leña y ramaje.... Justo, para pegar fuego al castillo. ¡Quién me diera ahora mi Guardia Blanca! Pero ¿dónde está Gualtero? Ha sido asesinado, señor.

Cúbrela á modo de bóveda el ramaje que sale de la peña, al cual se enreda la madreselva del suelo formando toldo espeso. Los rayos del sol se filtran por él con trabajo bañándola de una claridad suave y misteriosa.

Mira otra vez el reloj. La una. Fué á esta misma hora dice sin preámbulo, saltando del pensamiento á la palabra para continuar un monólogo mudo . Hoy hace cuatro meses. Y mientras él sigue hablando, yo veo la noche obscura, el valle cubierto de nieve, las montañas blancas, de las que emergen hayas y pinos sacudiendo al viento las vedijas algodonadas de su ramaje.

Una ventana próxima dejaba visible la puesta del sol, envolviendo en un nimbo de oro al piano y al ejecutante. La poesía del ocaso entraba por ella: susurros del ramaje, cantos moribundos de pájaros, zumbidos de insectos que brillaban como chispas bajo el último rayo solar.

Tardé en salir de ella, y salí como para entrar en la sepultura. El roble se bamboleaba como si le faltara la tierra que le sostenía, o se te despegaran de ella las raíces, o no pudiera con el peso de su propio ramaje.

Nada se oía: sólo el viento agitaba a veces el ramaje de los árboles vecinos, obligándolo a chocar contra las persianas; la luz intensa desparramaba su claridad hasta los rincones, y sobre el paño oscuro que cubría la mesa, las cuartillas, unas vírgenes de plumadas, otras ya escritas, atestiguaban de la laboriosidad de Pepe.

Un árbol de pobre ramaje hace más triste aquel apartado rincón del mundo, y a lo lejos un río tranquilo se desliza por la llanura del valle, donde, al modo de las antiguas tablas de devoción, se representan en pequeñas composiciones aisladas episodios de la vida del primer ermitaño; el demonio, que viene a tentarle, su muerte, y los leones que mansamente le cavan la fosa con sus garras.

Palabra del Dia

rigoleto

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