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Actualizado: 15 de junio de 2025


Otros abiertos e iluminados, dejaban escapar, como los de las de Pajares, el sonoro tecleo del piano, acompañado algunas veces por el rítmico chorrear de las macetas recién regadas. En los corrillos de la plaza partíanse enormes sandías, y las mujeres, con el moquero sobre el pecho para librarse de manchas, devoraban las tajadas como medias lunas, chorreándoles la boca rojizo zumo.

Ana aquella tarde aborrecía más que otros días a los vetustenses; aquellas costumbres tradicionales, respetadas sin conciencia de lo que se hacía, sin fe ni entusiasmo, repetidas con mecánica igualdad como el rítmico volver de las frases o los gestos de un loco; aquella tristeza ambiente que no tenía grandeza, que no se refería a la suerte incierta de los muertos, sino al aburrimiento seguro de los vivos, se le ponían a la Regenta sobre el corazón, y hasta creía sentir la atmósfera cargada de hastío, de un hastío sin remedio, eterno.

Y todo esto ríe y canta con alegría. Cada cascadita tiene su voz, dulce ó grave, argentina ó profunda, produciendo en conjunto un encantador concierto que adormece el pensamiento, dándole, al igual que la música, un movimiento acompasado y rítmico.

Esperó algunos minutos, con la cabeza tendida en dirección del Vivero, espiando todos los ruidos.... Vio dos luces entre la obscuridad lejana, después cuatro... eran ellos, los dos coches.... El ruido rítmico de los cascabeles se hizo claro, estridente; a veces se mezclaban con él otros que parecían gritos, fragmentos de canciones. «¡Qué locos, vienen cantando!».

Pasan grandes insectos que zumban un instante; suena de cuando en cuando la flauta de un cuclillo; un murciélago gira calladamente entre los pinos. Y los grillos abren su coro rítmico: los comunes, en notas rápidas y afanosas; los reales, en una larga, amplia y sostenida nota sonora. Ya el campo reposa en las tinieblas. De pronto pardea a lo lejos una fogata.

Caminaba la pareja silenciosa, a paso igual y rítmico, midiendo Artegui su andar largo y varonil por el paso más corto de Lucía. En las calles la gente circulaba de prisa, animada, como el que va a algo que le interesa: no con esa lentitud de los españoles que se pasean por tomar el aire y matar el tiempo.

Allí creía estar mejor guardado de las fieras sueltas, que iban exigiendo que las enseñasen las manos. Al poco rato pareciole que la ciudad despertaba. Sonó a lo lejos un estruendo que hacía temblar el suelo, y poco después pasó al trote un escuadrón de lanceros por la calle Larga. Luego, al extremo de ésta, brillaron las hileras de bayonetas y avanzó la infantería con rítmico paso.

La ventana abrí y con rítmico aleteo y garbo extraño entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño. Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto, con aspecto señorial, fué a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta de mi puerta el cabezal; sobre el busto que de Palas la figura representa, fué y posose ¡y nada más!

Todo en él era altisonante, desde el taco torcido de sus viejos botines deslustrados que él al caminar tenía la pretensión de hacer sonar con toda prosopopeya y acompasadamente, pues su andar era cadencioso, y casi pudiera decirse rítmico , hasta el lente que colgaba sobre su fina nariz aguileña, y el cual, no conteniendo sino un vidrio, pues el otro se había caído, daba a su fisonomía una expresión grotesca, marcadamente satírica.

Y bajo las palmeras seguían desfilando los vistosos trajes, los rostros felices y sonrientes, todo un mundo que no había sentido pasar la desgracia junto a él, que no había lanzado una mirada sobre el drama de la miseria; y el vals elegante, rítmico y voluptuoso, himno de la alegre locura, deslizábase armonioso sobre las aguas, acariciando con su soplo la eterna hermosura del mar.

Palabra del Dia

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