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Actualizado: 4 de octubre de 2025


No puedo seguir así; ¿cómo quieres que me resigne a perderte? ¡Qué remedio! Juan, piénsalo; ni yo soy mujer capaz de cometer una infamia, ni transigirías con ciertas cosas... ¡Eso jamás! Entonces... ¡ya lo ves! Adiós, Juan. ¡Bien sabe Dios que la culpa no es mía! No me has querido nunca. ¡Qué sabes lo que es querer! , con toda mi alma... es decir, te quise cuando podía quererte.

»Quizá no me crea usted, Antoñita, pero le aseguro por mi honor que acordándome de la promesa que yo había hecho al doctor, quise en un principio renunciar a aquella hora de dicha con que Magdalena me brindaba y por la cual habría dado gustoso en cualquiera otra ocasión un año de mi vida.

No quiero ponderar aquí la devoción, la dulzura y el incesante desvelo con que cuidé de mi D. Joaquín durante su larga enfermedad hasta el día de su muerte. Piadosamente cerré sus ojos, y no por carencia de dolor, sino por vigor y constancia de ánimo, quise y pude amortajarle.

¿Y sabes, mujer, que yo quise depositar el dote para cuando ella muriese y quedarme en su compañía, y no quiso?

Una noche decir á una venerable mujer que ya pasaba de los sesenta años, que su mayor satisfacción sería ver un coche. Otra señora, tan anciana como ella, le respondió: Dios te libre de esas tentaciones. Yo quise una vez salir á ver un poco el mundo; y, con intención de no parar hasta Santander, llegué á Torrelavega.

Yo quise ver el arco, como era natural, a pesar de la resistencia de Alejandro. ¡Vamos, vamos, llévame le decía. ¡Bonita cosa quiere ver! no pierda el tiempo en ver mamarrachos; vámonos. Pero tanto hice, que el mulato tuvo que ceder, y llegamos al arco que a me pareció colosal. Vamos, pues, niño; vamos.

Ya habrás visto a tus primas, ¿eh? Chiquillas, ¿qué le decís al primo? ¿Qué me dicen? Me han recibido como a la persona de más cumplimiento.... A ésta le quise dar un abrazo, y ella me alargó la mano muy fina. ¡Qué borregas! ¡Marías Remilgos! A ver cómo abrazáis todas al primo, inmediatamente. La primera que se adelantó a cumplir la orden fue la mayor.

Lo , hombre, lo ; pero parece que me huyes. ¿Por qué es eso? ¿Huirte yo...? Nunca. Sabes que siempre te quise. Cuando subes a mi casa ya ves cómo te recibimos. Te debemos mucho: nos has abierto los ojos y ya no somos bestias.... Pero me canso de saber tanto y ser pobre; y lo mismo les ocurre a los compañeros. No queremos tener llena la cabeza y el vientre vacío... Pero ¿qué remedio nos queda?

Quiere usted decir mi madrastra; ya sabe usted que no era mi madre interpuso Carolina con viveza. Quise decir su madrastra dijo gravemente. Nunca he tenido el gusto de encontrarme con su madre de usted. No; hace doce años que mamá no ha estado en California.

Escribí á mi esposa desesperado una carta, y respondió al portador: , ya, ya quien me escribe, ya me han hablado de él; dicen que hace requesones excelentes: que me trayga, y que se los paguen. Quise acudir á la justicia en mi desdicha.

Palabra del Dia

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