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Actualizado: 4 de octubre de 2025
Antes de buscar los pormenores de interés en Lyon quise darme cuenta del conjunto, subiendo á las colinas para tomar el golpe de vista; y puedo asegurar que, en su género, no he hallado jamas en Europa ni Colombia un cuadro tan magnífico y soberbio como el que allí se ostenta á los ojos del viajero.
Ha ocurrido aquí una cosa muy gorda que llaman crisis ministerial: consiste en que los que mandan se quitan para que manden otros. Pues bien; yo quise hacer la historia de esta cosa: he de confesar que yo no sabía nada de ella. Sin embargo, las historias de las cosas que no sabemos son las mejores historias.
Fué tal el golpecillo, que me desatinó y sacó de sentido, y el jarrazo tan grande, que los pedazos del se me metieron por la cara, rompiéndomela por muchas partes, y me quebró los dientes sin los cuales hasta hoy día me quedé. Desde aquella hora quise mal al mal ciego y, aunque me quería y regalaba y me curaba, bien vi que se había holgado del cruel castigo.
Aquella actitud podía significar muchas cosas, pero yo quise ver en ella tan sólo un acto ingenuo de condescendencia y de bondad que aun me la presentó más adorable y me desconcertó para todo el resto de la velada. Ella conservó cierto encogimiento por espacio de algunos minutos. La conocía yo demasiado para poder equivocarme.
Es la segunda agua que les cae en su vida, y sería la primera si no se hubieran bautizado. ¡Ay, hijas!... ¡qué escena la de esta mañana! Créanlo, han gastado una tinaja de agua de colonia... Yo quise ayudar un poco, porque así me parecía cumplir algo de lo que nos ordena Nuestro Señor Jesucristo.
Yo no quise, ni pude decir esto al Conde, y esto hubiera sido menester decirle, aunque atenuado con rodeos y primores de estilo. Por no decirle esto, porque me repugnaba decírselo, y porque le amaba, me he rendido sin condiciones, le he abandonado mi alma y mi vida.
Bien había yo previsto que llegaría el momento en que tendría usted que contar con un amigo verdadero. Ya ve usted la inconstancia de su amante y la ingratitud de su amiga. Uno y otra la insultan y la engañan. ¿Vacilará usted en romper la primera con Jacobo y en poner en la puerta á esa insensata á la que ha hecho usted tantos favores? Yo quise protestar, discutir.
Que he de morir si os perdiese, Blanca, por vos será cierto, O ha de ser vuestra belleza De mi esperanza el remedio. De Don Lope estad segura Que será bronce en quereros; Doña Elvira á Ordoño adora: Ni la quise, ni deseo.
Al contrario, yo recordaba bien todos los sitios, y al pasar por algunos se me encendía la cara de vergüenza. Por fortuna, estaba yo tan encumbrada y en posición tan diferente de la que allí tuve, que nadie me reconoció ni reconocí a nadie. Hice en mi patria el papel de peregrina misteriosa. Fuera del Padre García, con nadie quise tratar.
»De pronto salió en el telón el interior de una trinchera, con muchos soldados descansando. Uno de ellos escribía una carta sobre sus rodillas, puesto de espaldas al público. Poco á poco volvió la cabeza y sonrió á las gentes. Yo dudé, creyendo que veía mal. Luego debí gritar. ¡Era mi nieto!... »Me levanté para verle mejor; quise ir hacia mi Alberto.
Palabra del Dia
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