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Actualizado: 24 de junio de 2025


El capitán Bretignières no podía estarse quieto un momento; daba agitados paseos por la casa y el jardín; por todas partes no se oía más que el paso ruidoso de su pierna de madera. El señor Stevens abandonó sus asuntos, su tribunal y sus costumbres. La señora de Vitré se convirtió en enfermera a las órdenes de la condesa.

Bien, pues ahora cuéntame un cuento, si deseas que me esté quieto. Ya le he contado todos los que . Rebusca en la memoria. ¿Quiere que le cuente el cuento de La buena pipa? No; ése no contestaba riendo. ¿Entonces quiere que le cuente el de aquel pastor que tenía la pierna hinchada, tan pronto se le hinchaba como se le deshinchaba? Tampoco.

Clavó en ellos los ojos, quiso dirigirse primero a uno y luego a otro, vaciló, llenarónsele las mejillas de lágrimas, y por último, extendiendo abiertos los brazos, cogió a los dos al mismo tiempo, les atrajo contra su pecho..., los apartó, tornó a mirarlos, y enloquecida de dudas y alegrías, apretándoles de nuevo contra , abarcando juntas las cabezas, se las cubrió de besos y caricias, mientras la aldeana, que la reconoció en seguida, gritaba con su dulce acento gallego: «Juan, está quieto; Pedro non te vayas

Y en el arpa divina de Darío, ruido de encajes y frufús de seda, música de cinceles sobre el mármol y murmurio de risas y de gemas, canción de cisnes sobre el quieto estanque al paso de las "púberes canéforas", arpegio de violines cortesanos y vibración de cítaras helenas.

Lo que siento es que no hayas ido á darles la bienvenida, porque lo que es tu padre... ya podía llegar el rey de España, que él seguiría tan quieto en su despacho, sin asomar siquiera las narices por el balcón para verle pasar... Pues á poco rato dicen que pasó Pedro á caballo, que traía al niño mayor delante de . El niño iba muy contento, y arreaba la caballería con un latiguillo.

Pues bien, amable lector, aquí tienes el birrete de Merlín: hazme el favor de cubrirte con él, porque si permaneces tan visible como estás ahora, turbarás con tu presencia aquel lugar sosegado y quieto, así como un objeto cualquiera arrojado a las aguas dormidas y claras de un estanque altera su transparencia y reposo.

Y estando ansí quieto desta guerra que sobre él venia, llegaron á él dos mensajeros que le inviaba Uscovilca, por los cuales le inviaba á decir que la diese obediencia, como á Señor que era, donde , que se aparejase, quel le iba á hacer guerra, é que pensaba dalle batalla é sujetalle; que le hacia saber quél quedaba en Vilcacunga, que es siete leguas de la ciudad del Cuzco, y que seria bien breve con él.

El ancla desgarra con sus dientes el lecho de algas en que ha dormido, el carbón chisporrotea en las parrillas dando aliento á los pulmones de acero de la caldera, los engranajes se ajustan, las dobles poleas hacen alarde de su potencia, las burdas, cabos y calabrotes, prueban su elasticidad, las cadenas hieren la cubierta, y en medio de toda aquella vida y de aquel movimiento en que nada está quieto, el barco se columpia libre de toda traba, combinando las palas de la hélice en el fondo de las aguas espirales remolinos que llevan á la superficie entrelazadas ondulaciones en las que se tejen las filigranas de espuma que deja en pos de la bullente estela.

Sabe versos sueltos de él, como todos los españoles, pero no conoce el drama... o la comedia, lo que sea; porque, con perdón de Zorrilla, yo no si.... ¡Demonio de animal, me ha metido la cola por los ojos!... Sepárese usted un poco, porque este no sabe estarse quieto.... Pero dice usted que Anita no ha visto el Tenorio, ¡eso es imperdonable!

D.ª Teodora, señorita de cincuenta años, castísima, limpísima, pulquérrima, que había huido toda su vida cualquier contacto, fuere cual fuere, se vio obligada a sentarse sobre los pies del jorobado Osuna, sujeto de malísimos antecedentes, que no se estaba quieto un momento.

Palabra del Dia

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