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Quiere locamente a ese mico, y se morirá queriéndole. A se me figura que le desprecia y le ama: hay estos dualismos en el corazón humano. Pero yo digo: ¿no pasará por su mente alguna vez la idea de quererme a ? Me contentaría con esto, con que la idea hubiera pasado una vez; vamos, dos veces.

Yo te aseguro que el peinado te sienta a las mil maravillas, que el traje es elegantísimo y que eres tan hermosa como un ángel. Pues entonces la culpa no es de la modista ni del peluquero, sino exclusivamente mía. ¡Dios de bondad! ¿Cómo haces, Amaury, para tener un gusto tan detestable como el de quererme a ?

Y esto lo he pensado, Muñoz, no solamente ahora, sino hasta cuando ella se moría por usted. Nunca me pareció que se moría por , repuso Muñoz. Al contrario, Charito, ni cuando decía quererme. ¡Porque ella todo lo calcula! Y en su afán de rarezas, hasta suele disimular su cariño, ese cariño que ella empieza a sentir por cualquiera, pero que se le va con la misma facilidad.

Infiero yo de lo dicho que, casada ya y con hijos, te he de querer más que de soltera, si sigues queriéndome . Aunque te cases, ¿dejarás de quererme? Nunca dejaré de quererte respondió doña Luz . Yo no me casaré nunca.

¿Y por qué? ¿Acaso me vendréis á decir, á quererme hacer creer que la señora María y vos no tenéis mil y quinientos doblones? La dificultad no es el dinero, sino la seguridad de él; nosotros no conocemos la letra de la reina, y vos... Yo no la conozco tampoco. Señor Francisco, vos sois más en palacio que cocinero del rey. ¡Y bien! ¿Qué? no quiero meterme en este negocio.

Como le escribía esas cartas y como después me mostraba tan insensible y tan rara, usted mismo se avivó una pasión que tal vez no hubiera nacido nunca o se hubiera apagado pronto si yo me hubiese mostrado más sencilla, más vulgar, como realmente lo soy. No concibo tampoco que usted pueda quererme; se ha enamorado de una ficción, de un fantasma.

Experimentó la sensación de un grave peligro, el sobresalto nervioso que avisa. Temblaron sus rodillas, se contrajeron como si fuese a desplomarse de miedo. ¿Es que me encuentras viejo para ti? murmuró en sus oídos una voz suplicante . ¿Es que nunca podrás quererme?...

El miércoles de la semana siguiente tenían pensado irse. Era, pues, indispensable aprovechar aquel corto plazo para conseguir lo que ya abiertamente me proponía, esto es, que la hermana me diese algunas esperanzas de quererme a la salida del convento. A la mañana siguiente, como viniese de casa con ellas hasta el manantial, encontré a Daniel Suárez, mi compañero de cuarto.

Entonces volvía a llorar a escondidas, y me enojaba con él. ¡Le hubiera sido tan fácil quererme! ¡Era tan lógico y racional comprender que nuestras dos naturalezas armonizaban y que yo le quería con locura! De veras, si los hombres fueran siempre lógicos, el mundo andaría mejor. El quince de Enero el tiempo estuvo soberbio, aunque hizo un frío seco y pronunciado.

Este cieguito que ha tenido el antojo de quererme mucho, es para lo primero del mundo después de la Virgen María. ¡Oh! ¡Si yo fuese grande y hermosa; si tuviera el talle, la cara y el tamaño... sobre todo el tamaño de otras mujeres; si yo pudiese llegar a ser señora y componerme!... ¡Ay!, entonces mi mayor delicia sería que sus ojos se recrearan en ... Si yo fuera como las demás, siquiera como Mariuca... ¡qué pronto buscaría el modo de instruirme, de afinarme, de ser una señora!... ¡Oh! ¡Madre y reina mía, lo único que tengo me lo vas a quitar!... ¿Para qué permitiste que le quisiera yo y que él me quisiera a ?