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Actualizado: 7 de mayo de 2025
A los indios en aquel tiempo no se les permitía propiedad en cosa alguna, pues, aunque a todos se les obligaba a tener chacras propias, y se les daba tiempo para que las cultivasen, éstas habían de ser del tamaño que el padre quería y en el paraje que él señalaba, y sus frutos los habían de consumir y gastar conforme a la voluntad del padre; y, en fin, en un todo habían de vivir sin libertad.
La niña, sin decir nada, volvió a tomar mi brazo. Caminamos un buen pedazo en silencio. Yo iba pensando ansiosamente en lo que iba a decir o en lo que iba a hacer, sobre todo en lo que iba a hacer. Al fin, Teresa lo rompió, preguntándome resueltamente: ¿No me dijo V. por carta que me quería? ¡Pues ya lo creo que la quiero a V.!
Apenas quería creer don Braulio en el espiritualismo de las mujeres cuando suelen preferir a las susodichas habilidades otras virtudes varoniles; pero aun siendo así, ¿qué pruebas había dado él de estas otras virtudes? ¿Qué batalla campal había ganado? ¿Qué poema había escrito? ¿Qué discurso había pronunciado en las Cortes? ¿Qué sumas había ganado en la Bolsa, en el juego o en los negocios? ¿Qué cuadro había pintado? ¿Qué estatua había esculpido? ¿Qué flamante sistema de filosofía había creado en su mente? ¿Qué nueva máquina o artificio había dado a la industria humana?
El piloto era enemigo de estos amarres, que dejaban libre el paso á los curiosos y los importunos. Cuando se había dado cuenta de la visita, la señora estaba ya en la cubierta, cerca de las cámaras. Recordaba bien el camino del salón: quería seguir adelante; pero él había hecho que Caragòl la detuviese mientras venía á avisar al capitán. ¡Cristo! murmuró éste . ¡Cristo!...
No quería gastar los fósforos en intentar encender hierbas demasiado húmedas, y fui cortando las zarzas y los hierbajos más secos con el cortaplumas, y los puse en una concavidad de la roca resguardada del viento. Esperé a que saliera el sol y secara un poco la maleza cortada. Intenté encenderla sin papel; no pude. Me registré los bolsillos. Guardaba unas cuantas cartas de Mary.
Por la espalda y en la cintura, un lazo negro muy pronunciado servía para abultar lo que entonces quería la voluble diosa que abultase. Echaba la señorita los codos atrás con objeto de destacar el busto, actitud que escrupulosamente copiaba la segunda de Sobrado, Clara. Lola, que iba en medio, era la única a poner el cuerpo como Dios se lo dio.
Otro día nos lo contará indicó Benina, que, aunque gustaba de oír aquellos entretenidos relatos, no quería detenerse más, recordando sus apremiantes quehaceres. Espérese, señora: ¿qué prisa tiene? le dijo la Diega . ¿A dónde irá usted que más valga? Otro día contar más indicó el ciego sonriendo . Mí ver mundo mocha. Estás cansadito, Jai.
Iba a buscarme para llorar en mi presencia porque la había perdido, porque la había perdido por su propia culpa, y quería que yo, yo, le ayudase...
El edificio en que se halla la coleccion egipcia es un antiguo palacio que está en una de las principales calles de Turin, la calle Nueva. En el mismo establecimiento hay una corporacion literaria y un gabinete de agricultura. Segun me dijeron en Turin, la coleccion de momias y bustos egipcios de que hablo, fué reunida y comprada por un frances que queria vendérsela á Luis Felipe.
» Y yo no se lo negaría a usted respondíame el espectro si Luz fuera pobre, fea y necia; él la quería, bendijérasela Dios, con tal de que fuera honrada. Pero se la niego, se la negamos... porque su madre no lo es.
Palabra del Dia
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