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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Pero ya que desnudar No me puedo el sér de Rey, Por llegároslo á mostrar, Y que os he de castigar Con el brazo de la ley, Yo os dejaré tan mi amigo, Que no darme cuchilladas Queráis; y si lo consigo, A cuenta de este castigo Tomad estas cabezadas. Muchas veces hemos sido testigo en los teatros españoles del efecto extraordinario que produce la representación de esta escena.
Oyéndome el cacique éstas y otras conveniencias, dió un grito y suspiró, diciendo: » Me tuviera por ingrato y vil, después de tantas finezas y estimación que habéis hecho de mí, si en alguna cosa os mintiera y engañara, y negando lo que me pedís os desazonara; y aunque no me queráis creer, os desengaño, Padre, de que en todas nuestras tierras no hallaréis parajes, ni las comodidades que decís para fundar, pues lo mismo que véis y reconocéis en este mi pueblo, sucede en todos los demás; y aunque en tiempo de lluvias, por causa de las avenidas, corren algunas cañadas con abundancia de agua, mas pasados algunos meses no quedan más que las madres secas, y sin agua, por lo cual luego nos desparramamos con nuestras chusmas á buscar qué comer y qué beber.
Te hablo seriamente: hay temas de los que no debes hablar, y que no puedes comprender, porque eres demasiado joven. Colocó el cura su sombrero bajo el brazo y se alejó. Corrí sobre sus pasos y le grité desde la puerta: ¡Podéis decir todo cuanto queráis, pero conozco bien el amor; es lo más encantador que hay en el mundo! ¡Viva el amor!
Decidle que vaya esta noche á verme encubierto á mi casa, al obscurecer. No le dejarán entrar. Que presente esta sortija en mi casa dijo el duque, quitándose una del dedo y entregándola á Dorotea. La joven conoció á primera vista que aquella sortija era de gran valor. Procuraré dejaros tan satisfecho de mí dijo el duque levantándose , que no queráis poner en mi lugar á ese aposentador.
Concluida esta filípica, fuíme en busca de mi Sans-délai. Me marcho, señor Fígaro me dijo; en este país no hay tiempo para hacer nada; sólo me limitaré a ver lo que haya en la capital de más notable. ¡Ay! mi amigo le dije, idos en paz, y no queráis acabar con vuestra poca paciencia: mirad que la mayor parte de nuestras cosas no se ven. ¿Es posible? ¿Nunca me habéis de creer?
¡Nada..., no has acertado!... Si trajese diez hombres conmigo, ¡cómo correríais todos, falderillos! Haced lo que queráis, muchachos... ¡A matar ese perro! gritó el teniente en el colmo de la irritación. Los soldados se lanzaron veloces a la montaña y se pusieron a treparla con la agilidad de gatos monteses. La rabia de que estaban poseídos redoblaba sus fuerzas.
Sin embargo, íbamos casi solos..... Los españoles tenemos pocos asuntos fuera de casa, y los que tenemos no nos interesan hasta el extremo de hacernos emprender largos viajes. Nuestra filosofía moruna, ascética, ó como queráis llamarla, da de sí esta magnánima indiferencia, tan deplorada por economistas y políticos, y tan aplaudida por otra clase de pensadores que miran las cosas desde más alto.
No me llaméis condesa, padre: malhaya la hora en que me casásteis con el conde de Lemos. ¡Ah!... Soy la mujer más desdichada de la tierra. ¿Y por qué? Porque amo á un hombre. ¡Catalina! Será todo lo escandaloso que queráis el que yo os diga esto... pero vos, padre y señor, me habéis sacrificado.
Sea como vos queráis dijo el joven ; y paréceme que si yo os conociera, sería muy posible, casi seguro, mi enamoramiento. ¿De dónde sois, caballero? dijo la tapada, marchando ni más ni menos que si no hubiera llovido, y se hubiese encontrado junto al hombre de su elección. Soy... pero dispensad, señora; ni comprendo lo que me sucede, ni puedo adivinar el objeto de vuestra pregunta.
AZUCENA. He orado por ti toda la noche; es lo único que puedo hacer ya. MANRIQUE. Descansad un momento. AZUCENA. Yo quisiera escaparme de aquí, porque me sofoca el aire que aquí respiro... porque van a matarme. Pero tú me defenderás, tú no consentirás que te roben a tu madre. MANRIQUE. ¡Gran Dios! AZUCENA. Pero estoy afligiéndote, ¿es verdad? MANRIQUE. No; decid, decid lo que queráis.
Palabra del Dia
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