Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de mayo de 2025
Por mi honra de hidalgo y por mi fe de cristiano, señora, bastaba con que yo supiese que esas cartas eran de su majestad, para que yo no pusiese en ellas los ojos. Esperad, esperad un momento, caballero dijo la dama. Esperaré cuanto queráis. Vuelvo al punto.
Puede llamarse... se puede llamar con el nombre que mejor queráis; os aconsejo que no toméis jamás el nombre de una tapada, sino como un medio de entenderos con ella. ¿Pero no decís que la conocéis? Lo que prueba, pues tanto me preguntáis, que no la conocéis vos. ¡Ay! ¡no! ¿Os habéis ya enamorado? Lo confieso. Sin conocerla... Ahí veréis. ¿Por la voz, ó por el olor, ó por el bulto?
Perdonadme, buena señora, y recogeos en vuestro aposento, y no queráis, con significarme más vuestros deseos, que yo me muestre más desagradecido; y si del amor que me tenéis halláis en mí otra cosa con que satisfaceros, que el mismo amor no sea, pedídmela; que yo os juro, por aquella ausente enemiga dulce mía, de dárosla en continente, si bien me pidiésedes una guedeja de los cabellos de Medusa, que eran todos culebras, o ya los mesmos rayos del sol encerrados en una redoma.
Os juro por la cabeza de Hércules, de Júpiter, de Venus, de Baco, de Afrodita, que todos nosotros... En fin, ya me comprendéis, ¿verdad? ¡Señores romanos de la antigüedad, al asalto! CLEOPATRA. Ahora iremos a dar un paseíto. ESCIPIÓN. ¡Todo lo que queráis, señoras! ¡Señores romanos de la antigüedad, adelante! ¡Un, dos! ¡Un, dos! ¡No todos a una! ¡Cada cual cuando le toque!
Pues que aquí tenéis ocasión de deciros todas las perrerías que queráis o de daros todas las explicaciones que juzguéis convenientes. Yo me lavo mis manos. A mí no me metáis en vuestras contradanzas. Si queréis llegar a un acuerdo, en hora buena sea, y si no queréis, también. Bastante servicio os hago con prestaros mi casa para que os toméis el pulso hasta ver si hay paces o no hay paces.
Sea como queráis; y á propósito de ello, voy á escribir ahora mismo á vuestro padre. ¡Ah, señora! no sabré negaros nada si me desagraviáis. Permitidme un momento, amiga mía; concluyo al instante. La camarera mayor se acercó á la mesa, se sentó delante de ella, abrió un cajón, sacó papel, se caló las antiparras y se puso á escribir, lenta, muy lentamente.
Enojáos cuanto queráis conmigo, señor; pero no oiga vuecencia á Pelegrín Santos, pobre hidalgo que os debe cuanto es, sino á la voz severa de la verdad; sucédame cuanto quiera, aunque vuecencia irritado conmigo me haga pagar cara mi lealtad, no puedo callar por más tiempo. Porque se hace necesario prevenir el mal, necesario de todo punto; no se puede perder un minuto. Sigue, sigue, Pelegrín.
Pero continuad, continuad; ¿cómo he de hacer yo para que nadie me vea? Oíd: tendréis dos habitaciones enteramente provistas de cuanto necesitéis; cuando queráis algo, lo pediréis por escrito; llamaréis y os ocultaréis antes que puedan llegar. Y... os comprendo... no sospecharán... Vos sois piadosa, os habéis criado en un convento de monjas... ¿Y si sobreviene alguna enfermedad?
Pero... un momento... un momento... Ni un instante. Os daré lo que queráis, si me dejáis dar una vuelta por la cocina y entrar en mi casa. Meditó un momento el alguacil. Se entiende que yo iré con vos. Venid dijo Montiño, disimulando su alegría porque se vió suelto. Vamos, pues dijo el corchete.
Con mucho gusto, respondió Zadig; los bonzos os darán quanto dinero querais. Abandonad las tierras donde tienen levantados sus palacios, y no defendais mas que las vuestras. Hízolo así Nabuzan; y quando viniéron los bonzos á echarse á sus plantas, implorando su asistencia, les respondió el rey con una soberbia música cuya letra eran oraciones al cielo, rogando por la conservacion de sus tierras.
Palabra del Dia
Otros Mirando