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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Y aquí paz... Vino después un viejo que le daba mucho dinero y la llevó a París donde se engalanó y afinó extraordinariamente su gusto para vestirse. ¡Viejo más cuco!... Había sido general carcunda en la otra guerra, y trataba mucho con gente de sotana. Era muy vicioso y le daba muchas jaquecas con tantismas incumbencias como tenía. Un día se quemó ella y le plantó en la calle.

Que me traigan de la cocina una guindilla». Ya con la guindilla en la mano, y teniendo al criminal cogido por el pescuezo, hacía ademán da querer restregarle con ella los hocicos; pero le miraba ceñudo, diciendo: «Por esta vez, pase; pero como repitas esas porquerías, te quemo la boca, y se te cae la lengua, y luego, en vez de hablar como las personas, rebuznarás como los burros».

Asimismo se nota en el rostro del Santo cierto vergonzoso rubor, por donde se barrunta que la victoria que ha ganado ha sido en combate espiritual contra el tercer enemigo del alma, según lo refiere el Padre Rivadeneira, hablando de aquella hembra insolentísima, que quiso tentar y rendir al Santo y dio ocasión para que se le llamase el que no se quemó en medio del fuego y para que se le comparase a los tres mancebos del horno de Babilonia, de quienes habla Daniel profeta.

Si para lograr este fin se valió de la Inquisición, quemó herejes e hizo no pocas otras atrocidades e insolencias, muy mal hecho estuvo; pero ¿dónde fueron entonces los príncipes y los gobiernos más clementes y humanos? Ni en calidad ni en cantidad pueden compararse las víctimas sacrificadas por Felipe II a las que sin Inquisición se sacrificaron en Alemania, en Francia o en Inglaterra.

La niña cumplió el encargo, pero al llevársela de nuevo a su padre, cuando éste se la pidió, el líquido se había inflamado y le quemó la cara espantosamente. Se llamó al médico corriendo y la estaba curando en aquel momento. Mario experimentó vivo dolor.

29 ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿Quién se tropieza, y yo no me quemo? 30 Si es necesario gloriarse, me gloriaré yo de lo que es de mi flaqueza. 32 En Damasco, el capitán de la gente del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; 33 y fui descolgado del muro por una ventana, y escapé de sus manos.

«¿Quién vivía en aquella casa? Yo. Tomás Rufete tenía por vecino en el piso tercero a un licenciado de la Guardia civil. ¿Se acuerda usted? Yo no. ¿Tampoco recuerda usted cuando se quemó esa casa? De eso tengo una idea; era yo muy niña. Mi hermanito empezaba a andar entonces. Mucho, mucho. Cuando se quemó la casa, Nicolás Font... ¿El guardia civil? Estaba enfermo de gravedad.

Y como el conjunto forma algo a modo de novela, si bien con poco o ningún enredo, yo imaginé en un principio que tal vez el señor deán quiso ejercitar su ingenio componiéndola en algunos ratos de ocio; pero, mirado el asunto con más detención y, notando la natural sencillez del estilo, me inclino a creer ahora que no hay tal novela, sino que las cartas son copia de verdaderas cartas, que el señor deán rasgó, quemó o devolvió a sus dueños, y que la parte narrativa, designada con el título bíblico de Paralipómenos, es la sola obra del señor deán, a fin de completar el cuadro con sucesos que las cartas no refieren.

El duque los examinó rápidamente. Eran los papeles que le había robado el tío Manolillo, y que le tenían sujeto. ¿Qué precio queréis por estos papeles, don Francisco? Yo no vendo seguridades ni en ser soplón he pensado nunca. Lo que quería ya lo tengo, una audiencia vuestra. El duque se acercó á una bujía y quemó uno por uno aquellos papeles.

14 y vino un mensajero a Job, que le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos, 16 Aun estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y los criados, y los consumió; solamente escapé yo para traerte las nuevas.

Palabra del Dia

bagani

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