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Actualizado: 13 de junio de 2025


Estaba horriblemente quebrantada y era presa de una agitación de cuerpo y de alma que me hacía daño. Vamos a ver a nuestros enfermos me dijo un poco después de mediodía. La acompañé y fuimos al pueblo. El niño que Julia cuidaba y que había, por decir así, adoptado, había muerto el día antes por la noche.

En la noche siguiente se repitió la misma tortura, acabando con la quebrantada energía del gaucho. Sintió un terror pueril al pensar que este suplicio podía repetirse todas las noches. Se acordaba de lo que había oído contar sobre los tormentos que la justicia aplicaba en otros siglos á los hombres.

Hundí en las manos mi frente ardorosa y quebrantada; busqué en mi cofre más íntimo alguna perla encantada, y en el cofre de mi vida no hallé nada, nada... ¡nada...! Septiembre, 1910. Te hablo en tu lengua; mis versos te dirán que hay un amor que en la hecatombe pretérita su raigambre conservó en lo más hondo y arcano de mi pecho.

Febrer torció su marcha, evitando aproximarse a Can Mallorquí. Fue hacia la torre del Pirata, pero al llegar cerca de ella continuó su camino, no deteniéndose hasta el mar. La costa de roca, que parecía cortada a pico sobre las aguas, estaba quebrantada por el embate de éstas durante siglos y siglos.

Ahora la compasión era infinita.... Al fin había sido quien había abierto su alma a la luz de la religión, de la virtud.... Ana pensó en la fe quebrantada, agrietada, como si la hubiese sacudido un terremoto. El Magistral y la fe iban demasiado unidos en su espíritu para que el desengaño no lastimara las creencias. Además, ella siempre había amado más que creído.

El, dominado repentinamente por el deseo, quedó inmóvil y se negó á seguir adelante. ¡No... no! Alicia protestaba ante el peligro, quebrantada aún su voluntad por las emociones recientes, pero esforzándose por mantener su negativa. La boca de él se había separado de la suya. Sus ojos brillaban con un estrabismo agresivo. Las manos bajaron á lo largo del cuerpo femenil, ganchudas como garras.

Se levantó quebrantada, como si saliese de un delirio. Aquel día era domingo y no iba á la fábrica. Entraba el sol por el ventanillo de su estudi y toda la gente de la barraca estaba ya fuera de la cama. Roseta comenzó á arreglarse para ir con su madre á misa. El endiablado ensueño aún la tenía trastornada.

No... qué vergüenza.... Jesús, mi Dios.... Ana querida, no la avises. ¡Qué remedio, mujer! ¿Sigue eso? Sigue... ¡infeliz de , que nunca yo naciese! Acuéstate sobre la cama.... Con su viveza ratonil, Ana arropó a la paciente, y ya se dirigía a la puerta, cuando una quebrantada voz la llamó.

Apenas le quedan unos momentos de vida... Sea usted valerosa... Dios lo tendrá en cuenta... Pero, de pronto, tuve una inspiración: Elena, usted misma puede realizar la obra de salvación. El tiempo apremia... ¡No me atrevo!... La infeliz temblaba, quebrantada por la emoción, y yo la conduje al lado del moribundo. ¡Padre! ¡Padre querido! Dime otra vez que quieres ser cristiano...

»Rehuyendo vivir en la ciudad, resolvimos establecernos en la campiña, cuyo modo de vivir convendría a mi salud, a la sazón bastante quebrantada.

Palabra del Dia

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