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Actualizado: 13 de junio de 2025


Hundí en las manos mi frente ardorosa y quebrantada; pedí al pábilo amarillo la lumbre de una mirada, y en el fondo de mi vida no hubo nada, nada... nada. ¡Oh vacío de las almas...! ¡Oh negras horas tediosas en que no hay para las manos que tiemblan divinas rosas, ni para los ojos tristes un vuelo de mariposas novias del sol...! ¡Oh infinita pesadumbre de las cosas!

¡Atrás todos! gritó con voz de trueno el señor Tomás a los convidados que lo rodeaban. ¡Carlos, ven aquí! Yo te lo mando, yo... yo... yo... yo te ruego... me digas quién es este hombre. Ahora mismo. Dos personas, tan sólo, oyeron la contestación que salió, débil y quebrantada, de los labios de Carlos Tomás: ES SU HIJO.

Estaba cansada de aquella vida; sentía náuseas ante la voracidad varonil que le salía al paso en todas partes. Se veía quebrantada por la tempestad de pasión que desencadenaba su nombre.

Efecto de las separaciones de algunos miembros de la familia y por la quebrantada salud de mi padre, hay una larga interrupción en el diario. Martes, 4 de diciembre de 1824. Alfonso ha vuelto de París, sin haber conseguido ser nombrado miembro de la Academia Francesa; ha sido elegido en su lugar M. Droz.

Estoy sola: la amistad de un muchacho bueno y noble como usted, capaz del sacrificio por una mujer a la que apenas conoce, resulta grata. Además, esto no compromete. Yo soy ave de paso: he venido porque estoy cansada, enferma no de qué, pero profundamente quebrantada en mi espíritu.

Comprendo cuánto sufre mi padre; estoy segura que por nosotros, se desespera al ver su fortuna quebrantada. ¡Dios mío! ¡qué importa el dinero! ¡Creo que yo me pasaría fácilmente sin él, con tal de conservar a mi lado a los que amo!... Es todo lo que deseo... Obligado por la nueva actitud que se había impuesto, Huberto permaneció frío.

Y aún sería peor, si vencida la repugnancia de lo verde y amargo y quebrantada también a fuerza de dientes la dureza de la envoltura leñosa, nos encontrásemos con que la nuez estaba vana o podrida. Prescindiendo de estas contingencias, yo declaro que todo tratado filosófico despierta mi curiosidad y me hechiza.

Cuando exclamaba ella, casi rendida ya á mi voluntad, cayendo entre mis brazos, doblándose quebrantada al toque de mis labios, recibiendo mis besos y mis caricias, cediendo á un impulso irresistible, y no obstante luchando: "¡Dios mío, mátame antes que caiga de tu gracia! ¡Prefiero morir á pecar!;" cuando decía esto, que hoy ha repetido á propósito de su hija, no me inspiraba compasión, no me apartaba de mi mal propósito; antes bien era espuela con que aguijoneaba mi desbocado apetito. ¡Cuán hermosa me parecía entonces, al pronunciar, con voz entrecortada por los sollozos, aquellas palabras, á las cuales yo no prestaba sino un vago sentido poético, y en cuya verdad profunda yo no creía!

El noble y excelente caballero D. Alvaro, viudo y con dos hijas gemelas que llevan por nombres los de las santas patronas de Sevilla, Justa y Rufina, viene a Cascotes a pasar la temporada de verano y a fin de reponer su muy quebrantada salud. Justa tiene por novio a un primo suyo llamado Paco Góngora, de quien está ella profundamente enamorada.

En otros tiempos jugaba por el placer de la emoción, por el gusto de reñir con la suerte, porque me halaga el asombro de los curiosos viéndome aventurar con indiferencia cantidades enormes. Ahora es por él, sólo por él. Alicia recordó el mal estado de su fortuna. Estaba ya quebrantada seriamente años antes, pero ella tenía la esperanza de una pronta reconstitución.

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