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Actualizado: 6 de julio de 2025


¡A todos! repitió con voz siniestra Simoun, á todos, indios, mestizos, chinos, españoles, á todos los que se encuentren sin valor, sin energía... ¡Es menester renovar la raza! ¡Padres cobardes solo engendrarán hijos esclavos y no vale la pena destruir para volver á edificar con podridos materiales! ¿Qué? ¿se estremece usted? ¿Tiembla, teme sembrar la muerte? ¿Qué es la muerte? ¿Qué significa una hecatombe de veinte mil desgraciados? ¡Veinte mil miserias menos, y millones de miserables salvados en su orígen!

El rico Makaraig, ante la hecatombe, se guardó muy bien de esponerse y, habiendo conseguido pasaporte á fuerza de dinero, se embarcó corriendo para Europa: decíase que S. E. el Capitan General, en su deseo de hacer el bien por el bien y cuidadoso de la comodidad de los filipinos, dificultaba la marcha á todo aquel que no probase antes materialmente que puede gastar y vivir con holgura en medio de las ciudades europeas.

Hundí en las manos mi frente ardorosa y quebrantada; busqué en mi cofre más íntimo alguna perla encantada, y en el cofre de mi vida no hallé nada, nada... ¡nada...! Septiembre, 1910. Te hablo en tu lengua; mis versos te dirán que hay un amor que en la hecatombe pretérita su raigambre conservó en lo más hondo y arcano de mi pecho.

En la guerra de la independencia, como en las largas y cruentas luchas civiles que se han sucedido hasta 1876, cada batalla ha sido una hecatombe. En una de las últimas, después de un día entero de batallar, con las mortíferas armas modernas, la victoria quedó indecisa y perdió cada uno de los ejércitos más del 50 % de su efectivo. Casta paloma tranquila fuente de mis amores rayo de luz.

Cruenta y terrible fué la lucha, tan larga, tan encarnizada que aun hoy día conserva memoria de ella la tradición y entre los montañeses de la comarca se conoce el teatro de la hecatombe con el nombre de la "Roca de los Ingleses." Mas no cedieron éstos al segundo asalto.

En fin, después no encuentra más que almas sordas y refractarias; la amistad le olvida, el amor le hace traición, la sociedad le rechaza; se da cuenta de que todos los lazos están a punto de romperse: se rompen en efecto; ¡y, dichoso él si también cede a esta hecatombe! Desde entonces no veo más que egoístas que han conseguido insensibilizar su corazón y entusiastas que lo agotan en quimeras.

Atacado de un vértigo de grandeza heroica, decía que para celebrar suceso de tal magnitud era menester una hecatombe, el sacrificio de cien bueyes ó por lo menos de cien carneros. Una banda de gaitas acompañada de tamboriles amenizaba el festín, haciendo sonar los aires del país.

Era digno de sentarse en algún festín pelásgico ó cuando menos de asistir á la famosa hecatombe que Nestor, rey de Pylos arenosa, celebró en honor de Neptuno, y comerse uno de aquellos bueyes á medio asar.

En este caso el molde estaría deforme y hay que volverlo á fundir... La hecatombe se impone pues; ¡perezcan los ineptos y sobrevivan los más fuertes! Y añadió lúgubremente como si se dirigiese á alguien: ¡Tened paciencia, vosotros que me habeis legado un nombre y un hogar, tened paciencia! Uno y otro los he perdido, patria, porvenir, bienestar, vuestras mismas tumbas... ¡pero tened paciencia!

Llegaban irritadísimos contra las tropelías del gobierno, pero hablaban de ellas con cierta discreción hasta que algún bonapartista fogoso exclamaba, que debía fusilarse a todos los republicanos, para aterrorizarles. La ingenuidad de la frase hacía reír, pero esta hecatombe imaginaria era la señal de zafarrancho para las exageraciones y desatinos.

Palabra del Dia

buque

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