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Actualizado: 12 de junio de 2025
Por él venía, descendiendo a saltos, un muchacho fornido, rechoncho, tan mal vestido como los demás, el cual a cada paso lanzaba una interjección y amenazaba con el puño.
¡Animal grosero! gritó enseñando el puño á Gillespie, como si éste fuese el autor del atentado contra su divina persona . ¡Hipopótamo-Montaña!... ¡Hombre habías de ser!... ¡Y pensar que un gran pueblo se interesa por ti!... Enardeciéndose con sus propias palabras, dió un fuerte latigazo á una de las pantorrillas del gigante.
Los peones le conocían, como si fuese un contratista o maestro de obras; y cuando le faltaban estas distracciones emprendía atroces caminatas: iba a pueblos distantes, andando siempre con una regularidad mecánica; el cuadrado sombrero sobre las cejas, flotante el paleto, que no abandonaba ni aun en el verano, y bajo el brazo el bastón de su juventud, una caña vieja y resquebrajada, con puño redondo de marfil que casi era una bola de billar.
Porque se tuvo por bueno el pase que me dieron á bordo, firmado por el terrestre. ¿Y eres tú capaz de tomar cosa anguna de un terreste que se mete á mandar en una freata de guerra? ¡Pero si no había otro remedio, puño!; y además, yo era ya cumplido, y de un día á otro tenían que despacharme.
Estocada al toro invisible. ¡Hasta el mismo puño!... Y sonreía satisfecho pensando en la decepción que iban a sufrir sus enemigos, los cuales profetizaban su inmediata decadencia siempre que sufría una cogida. Le faltaba el tiempo para verse en el redondel.
Agamenón dijo que devolvería a Criseis, si Aquiles le daba a Briseis, la cautiva que él tenía en su tienda. Y Aquiles le dijo a Agamenón «borracho de ojos de perro y corazón de venado», y sacó la espada de puño de plata para matarlo delante de los reyes; pero la diosa Minerva, que estaba invisible a su lado, le sujetó la mano, cuando tenía la espada a medio sacar.
¡Dale y más dale! exclamó Rafael, descargando un golpe a puño cerrado en el brazo del sillón . No se trata de eso, Rita; se trata del amor que te tengo y que durará eternamente. Ningún hombre ama en toda su vida más que a una mujer, en efectivo. Las otras se aman en papel. Ya lo sé dijo Rita . Bastantes veces me lo ha repetido Luis. Pero ¿sabes lo que digo?
Retiradas como queda espuesto las milicias de Chucuito hasta su capital, el capitan D. Santiago Vial, consultó á la Junta de Guerra, establecida en Puno, si deberia seguir su retirada, hasta incorporarse en aquella villa con las demas tropas, mantenerse en defensa de la ciudad, en caso de ser atacados por los enemigos, que desde el Desaguadero y Cepita, continuaban la conquista de toda la provincia, y para este caso pedia se le socorriese con municiones de guerra.
Un grito estridente rasgaba la lobreguez, un alarido feroz, que hacía estremecer á los que lo escuchaban. Este grito inmenso salía de la garganta de un pájaro poco más grande que el puño, una especie de mochuelo del tamaño de un pichón de cría. Todas las bestias, las que vuelan, las que corren y las que se arrastran, se echaban á temblar cuando oían este alarido.
Mariano se desperezó y después que hubo estirado bien sus extremidades, descargó el puño sobre la mesa, diciendo: «¡Maldita sea la Biblia!». Isidora, que vivía en la calle de las Huertas, salía con frecuencia al balcón, y si veía a su padrino paseándose de arriba abajo y echando con disimulo un vistazo al piso segundo, sentía pena y lástima.
Palabra del Dia
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