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Actualizado: 12 de junio de 2025


En la rica y valiosa colección de comedias antiguas manuscritas, que forman la joya más preciosa de la biblioteca del duque de Osuna, se encuentran los siguientes manuscritos de comedias antiguas de índole popular: Las burlas de Benytico. En la cubierta, y del propio puño y letra, se lee claramente el año de 1586.

Se supo tambien al mismo tiempo, por diferentes prisioneros, que contestes hicieron uniformes relaciones al General, que los indios de las provincias de Chucuito, Omasuyos y Pacajes, continuaban el sitio de la villa de Puno, y que la tenian reducida á tales términos, que estaba muy cerca de rendirse.

Y aplicando este modo de proceder de su casa a la ajena y de su hermana a su pretendida novia, no consiente tampoco que nadie se acerque a doña Marcela, ni le diga chicoleos, celándola de suerte, que ella vive aislada, porque Currito tiene metidos en un puño a casi todos los mozos del lugar.

Julián penetró en él con el alma en un puño. Cruzó rápidamente el helado zaguán, la cavernosa cocina, y, atravesando los salones solitarios, se apresuró a refugiarse en la habitación de Nucha, donde acostumbraban servirle el chocolate por orden de la señorita. Encontró a ésta algo más desemblantada que de costumbre.

Fuí imprudente; creyéndole un vasallo leal, le escribí algunas cartas de mi puño y letra, avisándole de la hora que podía entrar en palacio y verme. ¡Y esas cartas! ¡esas cartas! Las he quemado yo por mi propia mano, gracias á don Juan Téllez Girón, que se las arrancó á estocadas. ¡Ah! dijo respirando el rey ; ¿y de resultas de esas estocadas está herido don Rodrigo? , señor.

Siguió las marchas el Comandante General, dirigiéndose en derechura al Cuzco, en las reliquias de su ejército, guarnicion y vecindario de Puno, y con el centro de tantos pesares, tuvo el alivio de recibir alguna harina, coca y arroz, y otras provisiones que Orellana habia enviado á buscar á Arequipa, para la subsistencia de su guarnicion: socorro que repartido entre todos, minoró la escasez de bastimentos que esperimentaban.

Pero cuando se entraba en el terreno de las grandes culpas colectivas, cuando se tocaba a los sagrados mandamientos o al dogma, su corazón se cerraba como un puño. Impregnado, desde joven, del espíritu del Antiguo Testamento, vibraba él mismo esa justicia rencorosa, inexorable, tremenda, que parece rugir como un trueno a través de los versículos.

¡Ese trasto de Quevedo! gritó Torquemada llevándose un puño á la boca y mordiéndoselo con rabia. Le voy á sacar las entrañas....

Las familias, que apenas se han visto en la semana, se reúnen a la salida de la iglesia para ir a saludar a la madre ciega, a la hermana enferma, al padre achacoso. Los viejos ese día se remozan. Los veteranos andan con la cabeza más erguida, muy luciente el chaleco blanco, muy bruñido el puño del bastón. Los empleados parecen magistrados.

Mi hermano y yo somos personas decentes... Ya lo creo... Pues claro. Pues turbio. Somos personas decentes. Y príncipes de Asturias. Aquel trabajo es para mulos, no para criaturas. Yo quiero que mi hermano vaya a la escuela. Y al colegio. Eso es, al colegio replicó Isidora marcando sus afirmaciones con el puño sobre la endeble mesa Yo lo quiero así..., y nada más».

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