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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Sí, hasta ahora; pero ¿quién responde? Tantas veces va el cántaro a la fuente.... Don Fortunato es una malva, corriente; no es un Obispo, es un borrego, pero.... ¡Le tengo en un puño! Ya lo sé, y yo en otro; pero ya sabes que es ciego cuando se empeña en una cosa; y si Su Ilustrísima polichinela da otra vez en la manía de que pueden decir verdad los que te calumnian, estás perdido.
Después que don Quijote hubo bien satisfecho su estómago, tomó un puño de bellotas en la mano, y, mirándolas atentamente, soltó la voz a semejantes razones: -Dichosa edad y siglos dichosos aquéllos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío.
Apenas entraron en la Cannebière los amigos de la paz con su himno y su estandarte, fué la guerra lo que les salió al paso, teniendo que apelar al puño y al garrote.
¡Oh! barástolis exclamó D. Benigno, cerrando el puño amenazador , por vida de.... Estoy indignado contra ese hombre, y bien merecía que usted lo despreciara.... Si usted viene a mí entonces y me cuenta lo que le pasa, como me lo cuenta ahora, juro a usted que voy derecho a ese hombre y le cojo, y le digo: «Oiga usted, caballero...».
Algunas veces golpeaban la pared del cobertizo de tal modo que parecía que un puño revestido por un guantelete de hierro llamaba con fuerza. El aspecto del mar iba siendo cada vez peor. Según dijo el atalayero, quedaban aún cuatro lanchas fuera del puerto. Vi cómo se acercaban dos en medio de las olas.
El primer impulso de don Fermín fue descargar el puño del paraguas sobre la cabeza de aquel hombre que se le antojaba idiota en aquella ocasión; pero se contuvo por multitud de consideraciones... y continuó subiendo en silencio.
¡Ni que estuviera yo loco! exclamó, blandiendo el chibuquí de jazmín que le hiciera compañía, ¿Pretenderéis persuadirme de que he sido yo quien con la nariz ha dado un golpe en el puño a M. L'Ambert?
Don Álvaro, al llegar a la Rinconada, mientras dejaba pasar delante a don Víctor, que traía llavín, levantaba el puño cerrado sobre la cabeza del insoportable amigo.... No descargaba el golpe... no... pero.... «¡Ya lo descargaría!». «¡Oh! pensaba, lo que es ahora estoy en mi derecho. Ojo por ojo».
La veía con el rosario al puño, la silla de tijera al brazo y la mantilla sobre los ojos, como cuando pasaba por frente a su puerta saludando a su madre, la cual decía con aire protector: Esa doña Pepa es muy buena; un alma de Dios... La única persona decente de su familia. Sí; sé quien es; la conozco, dijo Rafael. Pues esa señora extranjera continuó don Andrés es sobrina de doña Pepa.
Después del almuerzo, se calza sus botas de caña, alisa su sombrero de copa y se va muy despacio hasta la calle de los Capellistas, al escritorio en planta baja del corredor Godinho, donde pasa dos horas sentado junto a la ventana, con las velludas manos apoyadas en el puño del quitasol.
Palabra del Dia
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