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Actualizado: 21 de junio de 2025


Juan y Bettina se arrodillaron ante él, que pronunció la fórmula de la bendición permaneciendo en seguida, durante algunos instantes, en oración, con los brazos extendidos, pidiendo con toda su alma cayesen las gracias del Cielo sobre la cabeza de sus dos hijos.

Hay problemas que sólo lo son planteados a sangre fría; en momentos de apuro, los resuelve el instinto con seguridad maravillosa. Julián estaba determinado a faltar a la verdad sin escrúpulos. Al cabo Nucha pronunció con sordo acento: No crea que es la primera vez que se me ocurre que ese... chiquillo es... hijo de mi marido.

»Lo que el doctor estaba diciendo a su hija, era lo mismo que yo quería pedirle. ¡Oh! Siempre aquel hombre había de anticipárseme en todo. »Pronunció algunas palabras más en voz baja; se levantó y yo no pude contener mi asombro al verle dirigirse en derechura hacia . Me había visto y me había conocido.

Osorio viene jugando a la baja hace tiempo y los fondos se empeñan en subir respondió el estadista levantando la cabeza con gesto petulante de pavo real. En el tono con que pronunció estas palabras se advertía satisfacción. Para un ministro, jugar a la baja es siempre un crimen digno de castigo.

Algo nos parecemos dijo después de contemplar el retrato con atención . Pero esa señora era más hermosa que yo. No; más hermosa, no. Tenía más dulzura en los ojos, y eso daba a su fisonomía un encanto indecible. Era su alma pura y bondadosa que brillaba en ellos. Pronunció estas palabras con entusiasmo, sin reparar en la falta de galantería que estaba cometiendo.

Contra alguno juzgar nadie se atreve; Y siéndoles juez ya señalado, A entrambos, dice, honra igual se debe, Y que es cualquiera dellos buen soldado. Ninguno hay que el decreto desapruebe, Y asi dice el Juez muy denodado, "Lo que he dicho, pronuncio y lo sentencio, Y pongo al caso fin aquì y silencio."

Sirviéronle el agua, y sin dar tiempo a que se disolviese el bolado, la bebió a sorbetones, de prisa; sacudió los mojados dedos, limpiándose después con su pañolito. Artegui pagó. Muchas gracias dijo ella mirando a su taciturno acompañante . A gloria me ha sabido. Cuando hay sed.... Muchas gracias, señor don.... ¿cómo se llama usted? Ignacio Artegui pronunció él con visos de extrañeza.

Restablecido á pesar suyo el sistema constitucional, tascó el freno, disimuló como él sabía disimular, guardando el veneno de su rabia, devorando su propio despecho, encubriendo sus intentos con palabras que nunca pronunció antes sin risa ó encono.

Partióse el correo, vióle embarcar Zadig, y se volvió á palacio, donde sin ver á nadie, y creyendo que estaba en su aposento, pronunció el nombre de amor. Si, el amor, dixo el rey; de eso justamente se trata, y habeis adivinado la causa de mi pena. ¡Qué grande hombre sois! Espero que me enseñeis á conocer una muger firme, como me habeis hecho hallar un tesorero desinteresado.

Un versículo del Evangelio le agradaba sobre todos; aquél que dice: «No he venido a traer al mundo la paz, sino la espada.» A la mañana siguiente se levantó temprano y no salió. Estuvo oyendo a Leocadia leer periódicos a su padre, y aunque permaneció largo rato con ellos, no pronunció palabra alguna acerca del objeto de su viaje.

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