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MANRIQUE. Leonor, respira, respira por piedad; yo te prometo respetar tu virtud y tu ternura. No alienta; sus sentidos trastornados... me abandonan sus brazos... no, yo siento su seno palpitar... Leonor, ya es tiempo de huir de esta mansión, pero conmigo vendrás también.

Tengo miedo que te resfríes... es necesario irse a dormir... ¿En seguida? , te lo ruego, vida mía. Bueno, me voy, papá. Dame antes un beso... y tomó a la niña entre sus rodillas. ¡Así me gustan las niñas!... ¿ me prometes ser siempre buena, es verdad? Te lo prometo. ¿Aun cuando yo no esté ya aquí... aun cuando esté fuera? ... pero, ¿por qué te vas, papá?

Estamos tan atrasados, que para el puchero apenas nos llega... pero, en dos o tres días, se lo prometo a usted; tenemos un depósito en el Banco y vamos a recibir ciertas cantidades que nos adeudan... Lloraba casi, en su súplica desesperada, y don Raimundo movía la nariz, contrariado, tocando el tambor sobre la chistera, de impaciencia.

Esto no puede seguir así dijo con autoridad . Afortunadamente, yo vuelvo á ser alguien en los presentes momentos, y remediaré tal desorden. No le prometo volverle hoy mismo á la Galería de la Industria, donde usted se encontraba tan bien. Sería demasiado rápido el cambio y los señores del Consejo Ejecutivo podrían ofenderse.

Por anticipado, desde luego, mi señor don Alejandro continuó el farmacéutico sin hacer caso de la interrupción , le prometo a usted que mi hijo cumplirá con su deber, como yo cumplo ahora, y he de cumplir en adelante, con el mío; eso es.

En efecto; es usted un gran artista murmuró Novillo, enjugándose unas lágrimas; era sobremanera sentimental . Como presidente de la Junta de abonados que soy, le prometo que haré estrenar su drama por la primera compañía dramática que venga a Pilares. Apolonio hubiera abrazado a Novillo; pero no quería descomponer la majestad de la figura.

Se lo prometo, y creo no tener en ello gran mérito, porque lo que me ofrece me parecerá bien grato en comparación a lo que he sufrido. ¡Sea en hora buena!... ahora le despido... Voy inmediatamente a su casa. Le he dado cita para hoy a mediodía. Pero, señora, puesto que usted me prohibe que me sincere ante ella, que me justifique a sus ojos, a lo menos que sepa...

Entramos en ella, y díjome: "No es alcázar la posada, pero yo os prometo, sobrino, que es a propósito para dar expediente a mis negocios," Subimos por una escalera, que sólo aguardé a ver lo que me sucedía en lo alto, para si se diferenciaba en algo de la horca. Entramos en un aposento tan bajo, que andábamos por él como quien recibe bendiciones, con las cabezas bajas.

-Confieso -dijo el caído caballero- que vale más el zapato descosido y sucio de la señora Dulcinea del Toboso que las barbas mal peinadas, aunque limpias, de Casildea, y prometo de ir y volver de su presencia a la vuestra, y daros entera y particular cuenta de lo que me pedís.

Olvido, paz, silencio interior, conversación con el mundo, con la primavera que empieza y que viene a ayudarnos a vivir.... Yo le prometo a usted que el día en que la vea fuera de todo cuidado, sana y salva, le diré, si usted quiere: Anita, ahora ya tiene usted bastante salud para empezar a darse tormento a misma. Y Frígilis hablaba en el mismo sentido.