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Pero si había familia en el domicilio, como era también de creerse, serían muy contados los ratos que faltara de él la madre... «u el padre». De modo que resultaban posibles contra nosotros tres, en aquel desatinado empeño, dos osos, sin contar la prole, que podía ser abundante y talludita.

No pudiendo ella lucirse en las provincias del Norte, quería vengarse de su destino engalanando a su prole; ya se había provisto de figurines, y proyectaba cosas no vistas para que Isabelita y Alfonso publicaran en la Plaza de Oriente, entre la festiva república de niños, el buen gusto de su opulenta mamá. «Tiene Sobrino unos abrigos de verano decía Milagros , que me entusiasman.

Los ensalmos Los Oremus, los Laus Deo, Agnus Dei, Deo Gratias, Nos cum prole pia, Benedicat Virgo María, Per omnia secula seculorum, Kyrie eleyson, Christe eleyson, entraban en la categoría de los ensalmos conocidos bajo los nombres de Bolong y Mantala de los primitivos mangkukulam, manhihikup, mananangisama, etc. etc., de la gentilidad filipina.

Se acordaba poco de Dios y blasfemaba de él en los momentos difíciles, con el automatismo de la costumbre; pero ahora era otra cosa: iba a darle gracias a la Santísima Macarena, y penetró en el templo con aire compungido. Todos entraron, menos el Nacional, que abandonó a su mujer y a la prole, quedándose en la plazoleta.

Tenía el sentimiento precoz de las fórmulas parlamentarias, no conocidas aún en el mundo, y decía gravemente: Señora Eva, permítame su señoría una pequeña interpelación: ¿puedo tomar un poquito de pan? La madre apelaba á su auxilio cada vez que tenía necesidad de mantener tranquila á la numerosa prole, mientras se consagraba á la confección de sus trajes.

La viuda ocultó la cara entre las manos y lanzó un par de gemidos; su prole, sin cambiar de postura, miraba impasible la escena. Como no había sillas en la casa, excusado es decir que el duelo permaneció de pie. Una de las mujeres de él, la más autorizada por su vecindad y conexiones con aquella familia, se adelantó un paso á las demás personas de la comitiva.

Pero mientras el ogro tomaba fuerzas para dar su terrible patada y la anunciaba a gritos cien veces al día, la prole felina seguía tranquilamente en un rincón, formando un revoltijo de pelos rojos y negros, en el que brillaban los ojos con lívida fosforescencia, y coreando irónicamente las amenazas del carretero: ¡Miau! ¡Miau! ¡Bonito verano era aquel!

La casa Dupont es mi refugio: si saliese de ella, tendría que volver con toda mi prole a la miseria desesperada de Madrid. Estoy aquí como un vagabundo que encuentra posada y toma buenamente lo que le dan, sin permitirse criticar a sus bienhechores. El recuerdo del pasado, con sus ilusiones y sus alardes de independencia, despertaba en él cierto rubor.

Los grupos de campesinos, las familias de la ciudad precedidas de su prole, las parejas de soldados, se consultaban y dudaban al avanzar una mano sobre la pileta con cierta vacilación. Al fin tocaban el trapo viviente del fondo, la carne gelatinosa del pez-torpedo, recibiendo una serie de descargas eléctricas que les hacían soltar la presa, riendo y llevándose la otra mano al brazo sacudido.

El marido lucha con los demás hombres por nuestra vida y por la prole común. Un día llega un poco irritado a casa; quizá tiene una intemperancia, un gesto agrio, fruto de su desazón. Seamos sedante, y que nuestra palabra dulce y animosa le haga olvidar los disgustos y penalidades en el tráfago de la vida. Yo tuve una vez un pequeño disgusto con mi marido por una futesa, por una nonada.