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Actualizado: 11 de julio de 2025


Y al repetir con fruición la encontrada palabra, sonreía como un jardín abandonado bajo el primer sol de la primavera que llega. Fernando, ensombrecido por esta negativa, hablaba y hablaba, sosteniendo las manos de la antigua artista entre las suyas, deseoso de inmovilizarla, de domar su resistencia, fijos los ojos en sus pupilas, cual si pretendiese vencerla con un poder de sugestión.

Dejábase acariciar por la mano distraída de Fernando, pero de pronto huía de él y se arrojaba de cabeza en el regazo de la madre, permaneciendo con los brazos extendidos, cual si pretendiese ser para ella un escudo protector.

Las ceroanias de Paris. Toda descripcion me seria imposible si pretendiese dar una idea muy somera al menos del paisaje interesante que se extiende a los dos lados del ferrocarril, desde Lóndres hasta Dover. La rapidez de la marcha y la noche me impedian mirar siquiera los objetos exteriores.

Una botella cerrada, un simple tapón flotante, bastarían para sostener todo su cuerpo. Lo esencial era encontrar donde agarrarse. Y de pronto su mano derecha sintió el duro contacto de una madera pulida y firme. Se cogió á ella con la crispación del que va á morir; la oprimió como si pretendiese incrustar sus dedos en la venosa y compacta superficie.

Y el ministro, descompuesto, sudando la gota gorda, colorado como una remolacha, y con ambos puños apoyados en las respectivas rodillas, fijaba en Currita sus ojos de besugo, como si pretendiese tragársela de un solo bocado.

Medrosa por la ocasión y medio rendida ante la idea del amor, fijaba de cuando en cuando la mirada en Juan, cual si pretendiese adivinarle los pensamientos; otras veces dirigía la vista hacia el faldellín y botas de raso, que simbolizaban su peligrosa vida artística, y luego desviaba con desdén los ojos.

Y ella no los dejaba ni por el mismo general Serrano que la pretendiese. Muchos le decían cosas; pero si se tratase de boda, ¡quién los vería echando a sus niños al Hospicio! ¡Ángeles de Dios! Y pensar que ella se metiese en malos tratos, era excusado: así es que nada, nada; la Virgen es mejor compañera que los hombrones.

Y lo dijo tristemente, recordando con nostalgia los tiempos de paz, cuando sufría la preocupación de los negocios mediocres... pero vivía su hijo. ¿De qué iba á servirle esta riqueza que le asaltaba por todos lados como si pretendiese aplastarle con su peso?... Su esposa podría derramar el dinero á manos llenas en obras de caridad; podría dotar á sus sobrinas como si fuesen hijas de un prócer... ¡y nada más!

Mas al terminar esta, encontróselo repetidas veces entre los frecuentes apretones del baile, rozándolo siempre con intención muy marcada y sacudiéndole en dos ocasiones. ¡Unos codazos decía la víctima en su capítulo de cargos horrorrosos..., horrorrosos!... Ni más ni menos que si pretendiese averriguarr si sonaba yo a hueco...

Palabra del Dia

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