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Actualizado: 11 de julio de 2025
¡Su padre! dijo ella con desesperación . ¡Su padre!... Y clavó los ojos en el piloto, como si pretendiese hablarle con ellos. Tòni sabía mejor que nadie quién era este padre y por qué razones se había quedado en Nápoles.
Sentía la presión de esta garra en su cintura, cada vez más apretada, más feroz. Freya le tenía sujeto con uno de sus brazos. Violentamente se había enroscado á él y le apretaba el talle con toda su fuerza, como si pretendiese partir en dos su cuerpo vigoroso.
El pájaro, viendo la jaula abierta, saltó fuera de ella como si pretendiese perseguir á su enemigo; pero después torció de rumbo, subiéndose al alero del tejado para desaparecer finalmente. Jaramillo descorrió el cerrojo de la cancela, saliendo á la calle. Allí le esperaba su fiel Morales.
Una voz se elevó detrás de él, ruda, autoritaria, como si pretendiese cortar las dudas del auditorio. Era el Herr consejero el que hablaba. Joven, esas noticias las envían las primeras agencias de Alemania... Y Alemania no miente nunca. Después de esta afirmación le volvió la espalda, y ya no se vieron más.
Avanzó los labios cual si pretendiese enviar un beso á su hija por encima de tres mil leguas de tierras y mares.
Así no podrían decir aquellos atlots sin más horizonte que el de la isla, que era un desesperado ansioso de unirse con la familia de Pep para recuperar las tierras de Can Mallorquí. ¿Por qué se asombraba tanto el payés de que él pretendiese a Margalida?
¡Siempre solito, siempre pensando!... Tal vez está usted haciendo algunos versos lindos. Fernando se incorporó a impulsos de la sorpresa más aún que de la cortesía. Era Nélida la que le hablaba. Lo primero que alcanzó a ver fue su boca, de un rosa húmedo, con los dientes agudos, luminosos; la boca de tigresa admirada por Isidro, que le sonreía cual si pretendiese atraerlo.
Iba Watson á retirarse, cuando se levantó un portier del recibimiento, dejando visible una mano blanca rematada por una pulsera de reloj. Esta mano le hacía señas cual si pretendiese atraerlo. Después apareció Elena por entero, invitándole con palabras y sonrisas á pasar adelante.
El gigante, después de contemplar tan maravillosa semejanza, dejó sobre su mesa la gran rodaja de cristal y puso un gesto severo, como si pretendiese intimidar al hombrecillo. ¿Se ha fijado usted le dijo en la semejanza que existe entre nosotros dos? Sí, gentleman; al principio fué para mí un presentimiento más que una realidad.
Se tapó los ojos con las manos, como si pretendiese defenderlos de crueles visiones, y así se mantuvo algún tiempo. Luego levantó el rostro, para añadir con una ansiedad interrogante: Tú que eres mi único amigo y conociste de cerca mi vida en París, ¿crees que Fontenoy era el amante de mi mujer?... El español hizo otro gesto ambiguo, no sabiendo qué contestar.
Palabra del Dia
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