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Actualizado: 18 de mayo de 2025
«5° De llamar la atencion del señor ministro sobre los títulos, que tiene el gobierno de Bolivia, para ser acreedor al reconocimiento de todos los amigos de las ciencias, y particularmente al de los sabios franceses, por la proteccion tan ilustrada, tan generosa y eficaz que ha prestado al señor de Orbigny, durante su viage por los diferentes lugares que dependen de la república.»
Quizá se habría prestado a perdonar a Marisalada en esta ocasión, si no se hubiera presentado muy en breve otra, que la obligó por fin a tomar la resolución de despedirla de una vez. Fue el caso que el hijo del barbero, Ramón Pérez, gran tocador de guitarra, venía todas las noches a tocar y cantar coplas amorosas bajo las ventanas severamente cerradas de la beata.
Las camaradas convinieron en la necesidad de obligar á este loco á que buscase otro alojamiento; pero la expulsión no impresionó gran cosa á Rosalindo. ¡Para lo que le quedaba de vivir allí!... Ya que era imposible hacer llegar hasta la tumba de su acreedora el dinero prestado, iría él mismo á pagar su deuda. Inmediatamente abandonó el trabajo é hizo sus preparativos de viaje.
Para llegar hasta Herminia sin permiso y sin entrar por la puerta grande, había que escalar el muro, franquear el foso y atravesar el parque, y el guarda, prevenido, rondaría constantemente. El arrendador de la hacienda le había prestado un perro que vigilaba de día y era feroz de noche. Por último, Clementina llamaría á Bobart en su ayuda.
Bajó el gobernador la vara, y, en tanto, el viejo del báculo dio el báculo al otro viejo, que se le tuviese en tanto que juraba, como si le embarazara mucho, y luego puso la mano en la cruz de la vara, diciendo que era verdad que se le habían prestado aquellos diez escudos que se le pedían; pero que él se los había vuelto de su mano a la suya, y que por no caer en ello se los volvía a pedir por momentos.
¿Y dónde encontraré á mi tío?.. Me urge... me urge de todo punto dijo el joven con acento impaciente. Yo diré á vuesa merced dónde está su tío dijo un galopín : el señor Francisco Montiño está prestado. ¡Cómo prestado! dijo el oficial. Prestado al señor duque de Lerma dijo otro pinche. Como que está malo de un atracón de setas el cocinero del duque. Y el duque tiene convidados.
Este joven nos ha prestado un eminente servicio, un servicio de aquellos que sólo puede recompensar Dios, á ruego de quien le ha recibido.» ¿Pero qué servicio tal y tan grande es ese? dijo Alonso del Camino. Creo que jamás os corregiréis de vuestra impaciencia. Escuchad.
D. Miguel se plantaba en casa de Cosme, cogía a Marcelino por las orejas, le daba tres bofetadas de cuello vuelto, y a los quince días, quieras o no, los tenía casados. Que Ramón el confitero le negaba a D. Cipriano dos mil reales que éste le había prestado sin recibo.
Al mismo tiempo sacó del bolsillo un librito de memorias y leyó con voz suave diversas cantidades que la anticuaria le había prestado en distintas ocasiones: un día treinta duros, otro setenta, otro cincuenta. Entre todas sumaban mil quinientas cincuenta pesetas. Bueno dijo el joven metiendo la cartera de nuevo en el bolsillo. Vamos a hacer una cifra redonda. Le debo a usted dos mil pesetas.
Y que han hecho que el duque se deje de favoritos y venga á buscar la fuerza en el rey. Sí; sí, todo eso es cierto. ¿Y creéis, señor, que quien ha hecho este servicio, es decir, quien ha sido causa de que esto suceda, no merece una gran recompensa? Si por cierto; merece un título y una renta. Pues bien, ese caballero, ese noble bastardo de Osuna, ha prestado á vuestra majestad ese servicio.
Palabra del Dia
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