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Ester, cuyo corazón, por decirlo así, había perdido su ritmo regular y saludable, vagaba errante, sin luz que la guiase, en el sombrío laberinto de su espíritu; y á veces se apoderaba de ella la duda terrible de si no sería mejor enviar cuanto antes á Perla al cielo, y presentarse ella también á aceptar el destino á que la Eterna Justicia la creyese acreedora.

Se volvieron á trabajar las minas, se transitaba ya por las calles y caminos sin cuidado, se despachó á la Plata y Potosí la balija de la correspondencia del público, que estaba detenida en Mojo, y todo volvió á tomar el órden alterado por los sediciosos, y despues de algunas disposiciones gobernativas y de precaucion, se puso Reseguin otra vez en movimiento, el dia 5 de Abril de 1781, para el pueblo de Santiago de Cotagaita, á donde habia hecho adelantar al capitan de infanteria de Savoya, D. Joaquin Salgado, con 50 hombres, para sostener aquel vecindario, y animar á sus milicianos que tuvieron la gloriosa determinacion de mantenerse leales y contrarestar los esfuerzos y persuasiones de los rebeldes, cuya heróica accion se hace acreedora á una perpetua memoria.

Un mundo de peces voraces flota sobre mi cabeza; el hombre, mi cruel admirador, me da el castigo á que me ha hecho acreedora mi belleza. Perseguida en los mares de la India, hasta en las aguas del polo, he sentado mis reales en California, y se me exporta á toneladasNo atreviéndose á salir la infortunada, ha encontrado un medio sutil para que llegue hasta ella el aire y el agua.

Aguirre, es claro que el principio de mi demarcacion se dilatará muchos años, creciendo á proporcion los costos, y haciendose preciso entonces que venga otra division jóven á reemplazar esta, que solo por anciana será acreedora á su relevo.

Como una prueba la mas esplícita de lo dicho, recordaré al Gobierno, á los españoles todos, en nombre de mis amigos de Ultramar, que la constante y acrisolada lealtad de las Islas Filipinas, no desmentida hasta hoy en manera alguna, sin embargo de las diversas y terribles oscilaciones políticas porque ha pasado la Península en lo que llevamos del presente siglo, es acreedora á toda la consideracion del ilustrado Gobierno que hoy rije los destinos de la patria, y á la atencion de los Cuerpos colejisladores, para que cuando sea llegado el caso de entrar en la discusion de las leyes especiales porque deben gobernarse aquellas provincias, prevaleciendo solo los deseos de hacerlas felices, de mejorar su suerte y condicion, se llegue al término deseado, y se las facilite el desarrollo de su prosperidad por los medios mas breves y sencillos.

Y esta noche, en vez de hablar buenamente, había dado gritos. Todos ellos empezaron á tener por loco á su camarada. En mucho tiempo no volvió Ovejero á encontrarse con su acreedora. Esta ausencia le parecía natural. Las almas del otro mundo no necesitan esforzarse para conocer lo que hacen los vivos, y ella sabía que su deudor se ocupaba en devolverle el préstamo.

El superior de la Orden, en vista de tan arriesgada comisión, eligió para llevarla á cabo á Mauban, á cuyo cura párroco le dirigió la siguiente carta, acreedora por todos conceptos de ser conocida. Dice así: «A nuestro hermano Frey Francisco Rosado de Brozas, Predicador ex-definidor, Guardián y Ministro de doctrina de nuestro convento de Mauban, salud y paz en Nuestro Señor Jesucristo.

Las camaradas convinieron en la necesidad de obligar á este loco á que buscase otro alojamiento; pero la expulsión no impresionó gran cosa á Rosalindo. ¡Para lo que le quedaba de vivir allí!... Ya que era imposible hacer llegar hasta la tumba de su acreedora el dinero prestado, iría él mismo á pagar su deuda. Inmediatamente abandonó el trabajo é hizo sus preparativos de viaje.

Todas estas grandes circunstancias, reunidas con el poderío de sus padres, hacian de Doña Juana uno de esos partidos mas aventajados para cualquier jóven príncipe de Europa. Estas mismas circunstancias la constituian en una infanta acreedora á ser idolatrada, aun por los que no tuviera el placer y el honor de admirarla.

En seguida vino el excogitar procedimiento; y respecto de éste, don Juan comprendió que se le imponían la dulzura y la generosidad, casi la piedad y la largueza. Era preciso portarse del modo que causase en ella el menor daño posible: se había hecho acreedora a todo miramiento.