Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de junio de 2025
La cena, hecha con prisas al volver de la iglesia, unas veces era mala, otras peor y, si Pepe, a causa del trabajo de la imprenta, no venía temprano, doña Manuela, Leocadia y Tirso, en vez de acostar al pobre viejo, se ponían a rezar el Rosario y la Letanía con alguna oración de añadidura, como preces por los herejes o acciones de desagravios; con todo lo cual quedábase don José preso en la butaca junto a las vidrieras del balcón, mirando pasar gente, viendo encender faroles y aumentar las sombras, sin oír palabra que le distrajese ni frase que le consolara.
Si fuera tiempo, os diría: retiráos de la corte... pero ya no es tiempo, señor; estáis en el mismo caso que aquel que, subiendo unas escaleras, va dejando caer los escalones; no tiene más remedio que seguir subiendo, ó caer desde una inmensa altura á una muerte cierta; no podéis retroceder. Y entonces... ¿qué hago? Roma insiste sobre el asunto de las preces...
Parecía mentira que en tan poco tiempo se pudiese operar tal transformación. Mientras el sacerdote decía sus preces con murmullo solemne, observé que Eduardito cambiaba vivas y risueñas miradas con Fernanda, la cual le sonreía con sus ojos bordeados de ojeras dilatadas y su feo diente mellado. Aquel espectáculo tristísimo no les impresionaba.
Me dijo que el Rey iba reponiéndose, que había visto a la Princesa y conferenciado largamente con Sarto y Tarlein. El General había regresado a Estrelsau, Miguel el Negro yacía en su ataúd y junto a él velaba Antonieta de Maubán. Desde mi retiro había oído el fúnebre canto y las preces de los religiosos. Fuera circulaban extraños rumores.
Gran rumor en la iglesia a la aparición del sacerdote: las mujeres se arrodillan, la mayor parte de los hombres también. En la sacristía se opera un movimiento de concentración hacia la puerta. Don Fermín, dentro del presbiterio, inclinado profundamente, comienza a recitar con voz hueca y oscura las preces de la misa; un niño que tiene al lado le contesta.
Venía a recomendar el pronto despacho de una expedición a la agencia de Preces; y algunos asuntos de capellanías.... Hubo que acudir a los registros, consultar a los empleados. El Magistral, distraído, se aventuró a pasar del despacho a la oficina y allí se vio rodeado de litigantes, de pretendientes, casi todos muy afeitados, todos vestidos de negro, o con sotana o con levita que lo parecía.
Fijaba la vista en sus labios: las cerezas no eran tan rojas ni tan frescas: la llevaba más tarde á su cuello, y aquella línea blanca ondulante donde su negra cabellera se deshacía gradualmente en vello finísimo como una armonía fugitiva que se pierde en el espacio, le parecía un sueño más que una verdad tangible. «¡Qué hermosa! ¡qué hermosa!» murmuraba con la unción de un místico que dice sus preces. ¡Y eso que aún faltan los ojos, las dos lámparas maravillosas, como yo los llamo!... De buena gana se hubiese prosternado y permaneciera así velando su sueño.
No tardó en oirse el prolongado murmullo de todas aquellas preces, dichas con singular recogimiento por arqueros, marinos y hombres de armas tan devotos como valientes. Muchos de ellos sacaron cruces y reliquias que besaron fervientemente, tendidos sobre cubierta y sin mostrarse al enemigo.
La reina mui alta, plañiendo sus ojos, De lágrimas cubra su noble regazo: Las otras doncellas se fagan retazo Los rostros é manos; é tomen enojos, Las sus vias sean por sendas de abrojos Vestidas con luto de roto pedazo: Las dueñas ancianas la tomen de brazo, E lloren con ella de preces é innojos.
Palabra del Dia
Otros Mirando