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Actualizado: 23 de septiembre de 2025
Pero ¡nos vamos a arruinar, nene! suspiraba ella, posando la cabeza en un hombro del amante . Tú no tienes dinero para tanto. Maltrana protestó. El trabajaría. ¿Y para quién era todo su dinero?... Para su Feli, para su gorrera graciosa, que lo había abandonado todo; siguiéndole a él, pobre y feo. ¡No digas eso!... suspiraba ella . Tú eres el hombre más guapo de Madrid, el que más sabe.
En medio de sus dolores ella se puso a sonreír, y, posando penosamente su mano en mi cabeza, murmuró con voz apenas perceptible: ¿Sin duda os he asustado mucho? Sus palabras, ligeras como un soplo, me embriagaron como un canto de paz; por un instante creí que iba a quedar libre del peso que me oprimía el pecho, pero me fue imposible llorar. ¿Cómo te encuentras? pregunté.
El conde se puso colorado hasta las orejas, y las hubiera entregado seguramente a las tijeras por no haber pronunciado aquellos dos fatales monosílabos. Bien... dijo la joven alzándose de la silla. Hasta luego. Me alegro de verte bueno. ¡Escucha! ¿Qué hay? dijo retrocediendo el paso que había dado para alejarse y posando en él unos ojos sonrientes y maliciosos que concluyeron de fascinarle.
Un cuadro de coles, otro de cebollas, el fresal polvoroso, hollado por los pies de todo el mundo; los olmos bajos y achaparrados, los acirates llenos de blanquecinas ortigas, el pozo triste con su rechinante polea; mas estaban allí la juventud y el amor para hermosear tan pobre edén. Sonrió la muchacha posando blandamente en Baltasar sus abultados ojos negros.
Sus grandes ojos negros se iban posando con plácida expresión sobre cada una de las parejas que por delante de ella cruzaban. Algunas le interesaban más que otras, y las seguía con la vista. Las actitudes, los movimientos y la traza de ellas eran tan distintos que ofrecían estudio curioso.
¡Eh!, ¡eh! ¡Eduardito!... Detúvose un instante, miró y vino hacia mí. ¿Dónde va usted tan escapado, hombre de Dios? No lo sé, don Ceferino me respondió, posando sobre mí sus ojos vidriosos. ¡Tiene gracia! ¿Y se iba usted como si le faltase medio minuto para llegar a la cita? ¡Oh, si supiera usted, don Ceferino!... ¡Me están pasando unas cosas!... ¡Unas cosas!
El chico obedeció posando levemente los labios sobre el retrato. Su papá le pagó este acto de galantería con un sinnúmero de caricias y le fue a despedir hasta la puerta muy conmovido.
Ya lo oyes, Pedro... La condesa no necesita tu vida por ahora... Puedes marcharte sin temor. Pedro comprendió que tenía razón; pero no hubiera cedido á no encontrarse con los ojos suplicantes de su amada. Al fin, posando los suyos sobre ella, y envolviéndola en una mirada grave y tierna, le dijo con acento enérgico: Hasta luego.
No exclamó Lucía posando en el viejo su clara mirada : si no es que soy simple, es que no quiero entender; ¿lo oye usted?
Pasaban las aldeanas auvernesas, vestidas de colores apagados, la esportilla de paja puesta sobre la blanca escofieta, conduciendo sus vacas, cuyos ubres henchidos de leche se columpiaban al andar, y que, posando una mirada triste en los transeúntes, solían pegar una huida de costado, un trote de diez segundos, tras de lo cual recobraban la resignación de su paso grave.
Palabra del Dia
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