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Actualizado: 2 de junio de 2025


En fin, que algunas señoras de las más encopetadas se atrevieron a romper la tradición, y desde Octubre en adelante, hasta que volvía Pascua florida, se pasearon con gran descoco en el Espolón. Tras aquéllas fueron atreviéndose otras; los pollos advirtieron que el Paseo de los curas era más corto y más estrecho que el Paseo Grande, y esto les convenía.

Singularmente los pollos se agitaban convulsos, frenéticos; encontraban deficiente la legislación, que no contenía medios de prohibir semejantes monstruosidades.

Los guisantes, los rabanitos y las alcachofas se presentan en la plaza todos los días, acompañados de algún espárrago tardío, que pide mil perdones por no haber venido antes. Los pollos nuevos, que hasta ahora no servían más que para guisados, entran, y con mucha urbanidad nos piden que los asemos con setas.

Tocole después a Amparito Ciudad contentar a todos los caballeros de la reunión, y empezó a ejecutarlo con suma discreción y donaire, contentando de la primera a los pollos, exceptuando al ingeniero Suárez, que se negó rotundamente a darse por satisfecho con ninguna de las proposiciones, y que muy quedo le dijo a la niña lo único con lo que se contentaría.

A la salida, repetición del desfile: junto a la pila se situaron tres o cuatro de los que ya no se llamaban dandys ni todavía gomosos, sino pollos y gallos, haciendo ademán de humedecer los dedos en agua bendita, y tendiéndolos bien enjutos a las damiselas para conseguir un fugaz contacto de guantes vigilado por el ojo avizor de las mamás.

37 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina junta sus pollos debajo de las alas, y no quisiste! 38 He aquí vuestra Casa os es dejada desierta. 39 Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.

Las sirvientas se entretenían en llevarla a que viera las gallinas y los pollos o a recoger algunas cerezas en el huerto. Y los niños y las chiquillas se le acercaban lentamente, con movimientos prudentes, y las miradas fijas como perritos que avanzan hociquito contra hociquito hacia otro compañero hasta que la atracción alcanza el punto en que los suaves labios se ofrecen para recibir un beso.

El tiroteo siguió aun después de haber salido la mayor parte de la gente a los salones. El grupo se había reforzado con algunos pollastres. Esta fué la razón de que Pepa se levantase bruscamente al cabo, diciendo: Me voy. Por mi causa están ustedes escandalizando a estos seres tiernos y candorosos. Los pollos protestaron con algazara.

¡Vamos, Jacobito!... ¡Si conoceré yo a los cojos en el modo de andar!... Te digo... ¡Si sabré yo el lino que cardo, Jacobito!... Creo lo que quieras, pero yo... ¿Si querrán los pollos engañar a los recoveros?, pichón dorado... Mira niño: ni tienes vergüenza, ni yo tampoco; pero para ser pillo, lo primero que se necesita es talento, y cuando vas, ya estoy yo de vuelta. ¿Estamos?...

Ni los pollos nuevos cuando rompían el cascarón, ni los cachorros de la Linda, ni los recentales de la vaca, consiguieron nunca fijar así las miradas atónitas de Perucho. No podía él darse cuenta de cómo ni por dónde había venido tan gran novedad; sobre este tema, se perdía en reflexiones.

Palabra del Dia

vorsado

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