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Actualizado: 2 de junio de 2025
Con gran trabajo y tirando de los dos cordones a la vez, con sumo tiento, pudo Germán descorrer la contraria, y asustada por la luz, saltó entonces del altar una gallina y echaron a correr dos o tres pollos cacareando, entrándose por una puertecilla entreabierta que a la derecha del retablo había.
Don Víctor no llevaba traza de poner fin al palique y Ana misma se creyó en el caso de decir: Vaya, vaya... hasta mañana; Víctor, adentro, adentro. Y cerró las vidrieras en las narices de Álvaro y de los pollos. Paco y Joaquín desaparecieron en lo obscuro del corredor. Quintanar ya estaba de espaldas, allá en el fondo de la alcoba, en mangas de camisa.
POLLOS ASADOS AL HORNO. Se limpia el pollo; se le vuelven las alas, recogen las patas, y bien preparado y golpeado, se espolvorea de sal fina y se riega con jugo de limón; se embadurna de manteca y con una magra de jamón en cada lado de la pechuga se pone en una cazuela y se mete al horno.
Por allí se había de entrar sin duda, pisando plumas y aplastando cascarones. Preguntó a dos mujeres que pelaban gallinas y pollos, y le contestaron, señalando una mampara, que aquella era la entrada de la escalera del 11. Portal y tienda eran una misma cosa en aquel edificio característico del Madrid primitivo.
Se acostumbró a esta idea y miraba a sus amigos y parientes como a los figurines de las sastrerías: en efecto, los veía tan enclenques de espíritu que se le antojaban de papel marquilla. Los pollos de la aristocracia acabaron por confesar que Ana era una excepción; o calculaba más que sus mismas tías, o era una virtud efectiva.
Oye tú añadió alzando la voz, como cuando se habla con un sordo : ¿quieres trabajar, quieres volver al taller del Sr. Bou?». Como si nada oyera, Mariano se levantó desperezándose, y dijo: «Me voy. Alto ahí, amiguito replicó Encarnación siguiéndole . Has de arrastrar una calza como los pollos. No saldrás sin mi compañía». Pero Mariano no le hacía caso y salió.
No sé cómo lo diga, que el desacato es tal que me acobarda. ¿No os acordáis que dijisteis a los pollos "pío, pío", y es Pío nombre de los papas, vicarios de Dios y cabezas de la Iglesia? Papaos el pecadillo." Ella quedó como muerta, y dijo: "Pablos, yo lo dije, pero no me perdone Dios si fue con malicia.
De su conversación insustancial cogió al vuelo Jacinta algunas cláusulas, cuando la pareja, en aquel ir y venir de su estancia a otra, pasaba junto a ella. «¿Yo?, no... me lo puedo creer...». «¡Ay, qué cosas se le ocurren!... ¡Pero qué malo es usted...!». «En cuanto vaya allá me voy a convertir al judaísmo». «¡Jesús!...». «¿Que yo tengo novio? ¿De dónde ha sacado eso?...». «Lo apuntaré para que no se me olvide...». «No, si a mí no me gustan los pollos...».
Dejéla que me rogase mucho, y, al fin que era lo que quería , determinéme, tomé los pollos, escondílos en mi aposento, hice que iba fuera, y volví diciendo: "Mejor se ha hecho que yo pensaba; quería el familiarcito venir tras mí a ver la mujer, pero lindamente le he engañado y negociado."
Además de los multiformes tenduchos que rodean la plazuela, y que le añaden animación y fuerza dramática, veíase á aquella hora una infinidad de puestos amovibles ó matutinos; es decir, una multitud de lugareñas sentadas en el suelo, con su cesta de huevos al lado, y rodeadas de pollos, pavos y gallinas.
Palabra del Dia
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