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Actualizado: 22 de junio de 2025


El oro, la plata, los víveres, las bebidas, y cuanto sirve á los gustos humanos, si es exquisito, de Lope se apellida; hasta para las cosas inanimadas nombra el vulgo á Lope, y la plebe le ha dado el cetro, de buen grado los buenos, los malos acatan contra su voluntad su soberanía, y con razón reina entre los poetas.» «Como la luna Entre los astros inferiores

Su cara de hambre y miseria, su aspecto de cansancio no excitaban la compasión de aquellos caballeros andantes de la plebe. Rumalda. Señor. Sube y tráeme las dos pistolas que están colgadas junto a la cama.... Después llevarás el agua a Nazaria. Madre Nazaria no me ha mandado por agua. Ya no tiene sed. Me ha mandado por un cura. Dice que se muere.

Tales sectarios fugitivos fueron los fundadores de la colonia de Melinda, donde se habían dado tan buena maña que habían atraído millares y millares de negros, formando un reino importante del que dichos negros constituían la numerosa plebe. Cuando Vasco de Gama aportó allí veinte y tres años antes, el rey melindeño, que era muy pacífico, le recibió leal y amistosamente.

Tan profundamente entran estos hábitos pendencieros en la vida íntima del gaucho argentino, que las costumbres han creado sentimientos de honor y una esgrima que garantiza la vida. El hombre de la plebe de los demás países toma el cuchillo para matar, y mata; el gaucho argentino lo desenvaina para pelear, y hiere solamente.

En vista, además, de la flaqueza y pasiones bajas de la plebe humana, la moral religiosa no ha podido revelarse tampoco, al menos como precepto, con toda su austeridad y firmeza: ha necesitado transigir un tanto para que el vulgo la acepte, se conforme y se someta.

Entre tanto, los guardias que custodiaban el alcázar, con el intento de vender caras sus vidas, abrieron la ancha puerta y se lanzaron de nuevo al combate desesperadamente. La plebe, apiñada delante de la puerta, tuvo que lamentar no pocas víctimas de aquel primer ímpetu.

Y es tan innata la aversión a esta gente en los Cristianos antiguos Mallorquines, aún de la plebe, que se han visto doncellas, que apesar de su horfandad y pobreza, han querido más pordiosear pobres y huérfanas, que escuchar partidos de muchas comodidades, que les ofrecían.

No hay quien un perro chico por oír la guitarra de verdá, ¿sabuté?... Aluego epué yo he tenío argunas crujías onde s'ha ido la guita sin sentirlo... Grasia que haya podido horadar hasta aquí... Hablaba con mucho aplomo y una entonación grave y persuasiva, que es en Andalucía general entre los hombres de la plebe cuando se hacen viejos.

El Rey habla en estos términos á sus vasallos reunidos: Vasallos, deudos y amigos, Cuya lealtad y virtud Canta el sol por fa, mi, re, La fama por re, fa, ut; Ilustre nobleza y plebe, Que al brindis de mi salud Agotárades ahora Aun la cuba de Sahagún: Ya sabéis que yo, inclinado Fuí desde mi juventud Á las letras, estudiando Todo el ban, ben, bin, bon, bun, Hasta el arte de Nebrija Y las tablas del Talmud.

Como hombre a quien la elevada posición no venía de abolengo, porque su padre y él se habían levantado por saber y esfuerzos sobre la plebe a que pertenecían, don Andrés, sin poderlo remediar, y más bien a causa que a pesar de su entendimiento, tenía peor opinión de la gente menuda que aquellos que desde tiempo inmemorial o después de una larga serie de antepasados ilustres descuellan entre el vulgo.

Palabra del Dia

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