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Actualizado: 4 de noviembre de 2025


Es la hora en que los niños hablan con otros séres, y mientras que corremos tras extraños placeres, ellos murmuran todos una plegaria igual; y con las manos juntas, de rodillas postrados, piden, hácia los cielos los brazos levantados, gracia para nosotros al Padre Universal.

La naturaleza es hermosa, ; todos debemos comprender su encanto, pero hemos de saber gozarla con prudente alegría, no abandonándonos jamás á sus fatales sugestiones. Uno de los grandes placeres del baño, de los cuales no siempre nos damos cuenta, pero que no por eso deja de ser real, es que momentáneamente se vuelve á la vida de nuestros remotos antepasados.

Está temeroso de que yo me aburra al verme sola en esta enorme casa: se le ve el empeño que tiene en distraerme, en proporcionarme placeres y diversiones.

Hoffmann había llegado á tiempo, en la época de la Regencia, después de la orgía de los placeres y de la orgía de los medicamentos con que se agravaba á la primera. Aquel sabio dijo: «Huíd de los médicos: sed sobrios y no bebáis más que aguaFué una reforma moral.

Nadie pudo saber ciertamente si don Miguel Saldaña se consideró feliz en su nueva situación de príncipe consorte, que le permitía gozar todos los placeres y suntuosidades de una inmensa riqueza. A uso español, quiso imponer su voluntad de marido y de varón fuerte, para impedir los excentricidades de su esposa. ¡Vano empeño!

Si usted comprendiera mi felicidad pasada, cuando bañado por el sol de la alegría y dormido suavemente sobre risueñas ilusiones esperaba que mi alma despertase al rumor de una pasión embriagadora que iluminase mi espíritu y lo encendiese en placeres celestiales; si usted alcanzara ahora toda la fuerza de mi desgracia, quizá no fuese tan cruel conmigo. Yo conocía el amor por las novelas.

Aquellas gentes, acostumbradas por tradición al respeto de los placeres ruidosos de los ricos, disculpábanlos como si fuesen un deber de la juventud. El señor Fermín estaba enterado de la gran mudanza que se realizaba en don Luis, de sus alardes de hombre serio, y veía con gusto que viniese a la viña huyendo de las tentaciones de la ciudad.

Gastaba, , pero con pulso y medida, y sus placeres dejaban de serlo cuando empezaban a exigirle algo de disipación. En tales casos era cuando la virtud le mostraba su rostro apacible y seductor. Tenía cierto respeto ingénito al bolsillo, y si podía comprar una cosa con dos pesetas, no era él seguramente quien daba tres.

Tendría, por ejemplo, una embarcación ligerita y segura, para recrearte y recrearnos en los placeres de la mar; haría convertir, o convertiría yo a mis expensas, ese mal camino que nos une con el del Estado, en una calzada en regla; tendríamos un carruaje cómodo que nos llevara y nos trajera por esas comarcas de Dios, tan dignas de visitarse, en lugar de las infames tartanas de que se puede disponer ahora por las condiciones de nuestros infernales caminos; tendría... ¡qué yo lo que tendría, en mi ardiente deseo de verte gozosa y alegre y sana en el solar de nuestros mayores!

Su administrador pagó deudas enormes, y él pudo mantenerse en París sin hacer economías; en un París que terminaba su tercer año de guerra con inexplicable confianza, reanudando sus placeres, como si todo peligro hubiese pasado.

Palabra del Dia

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