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Actualizado: 4 de noviembre de 2025


Acaso se refiera á tales desórdenes en el templo del Señor el sermón de San Eligio, ya citado, pues las capitulares del siglo VI prohiben el baile en las iglesias. Natural era que no faltaran en tales festividades cantores y bufones, que contribuyesen á aumentar los placeres y alegría del pueblo.

Al contrario, Morsamor había esquivado cuantos placeres Goa brindaba, y había mostrado singular repugnancia y disgusto hacia todas aquellas cantoras y bailarinas, como si recobrasen fuerza sus votos y renaciese en su espíritu la desatendida severidad del claustro. Las bayaderas de la India, sobre todo, le inspiraban horror.

Después habían transcurrido dos meses sin que por suerte llegase otra carta. ¿Qué le importaban a él estas noticias de un mundo al que no pensaba volver?... No sabía ciertamente qué le reservaba el porvenir: allí había llegado y allí se quedaba, sin otros placeres que la caza y la pesca, gozando una voluptuosidad animal al no tener más ideas y deseos que los del hombre primitivo.

También se diferenciaban notablemente en el humor. Ángela era desdeñosa, irascible, absolutamente incapaz de enternecerse, amiga de los placeres de la mesa sobre todos los demás. Lucía era romántica, llorona, con ribetes de literata, amiga de contar los sueños y los presentimientos, muy habladora, astuta y zahorí para explicar los misterios y laberintos del corazón; apenas comía.

La señora Chermidy, nacida sin pasiones y sin virtudes, sobria en todos los placeres, siempre tranquila en el fondo del corazón con las apariencias de una vivacidad meridional, administraba con tanto cuidado su belleza como su fortuna. Cultivaba su frescura lo mismo que un tenor cultiva su voz.

Acudieron de golpe a su imaginación las impresiones de los seis meses de vida campestre; sintió algo parecido a la nostalgia, deseos vehementes de renovar los sencillos placeres que había disfrutado y anhelo de ver a Rosa. ¡Pobre Rosa!

De esos documentos auténticos se desprende, que, en vez de ser así, el pueblo español pasaba una vida de las más tranquilas y disfrutaba de todos los placeres. Además de los enlazados con las fiestas religiosas, había otros muchos en todo el año. Las Carnestolendas, por ejemplo, traían consigo general alegría y bromas numerosas.

Los primeros tiempos del noviazgo de María Teresa se pasaron en presentaciones, comidas y placeres constantemente renovados. Huberto era un incomparable organizador de fiestas. Con él era imposible estar sin distracciones; además, sabía variarlas maravillosamente.

No escatimaré yo mis alabanzas, ni negaré mi admiración pensaba nuestro héroe a los descubrimientos, invenciones y adelantos que los hombres realizan. Se diría que doman la naturaleza material, que encadenan con su inteligencia y sujetan a su voluntad las fuerzas del universo, y que se valen de ellas para evitar fatigas y crear placeres y goces.

Me parece que está usted preocupado. Mario lo negó. Vamos, algún disgustillo matrimonial. ¡La ley, querido, la ley! Si el matrimonio no fuese más que el placer, ¿quién no se casaría? Pero entiendo que ante todo es sacrificio y que sólo conviene a los hombres virtuosos. Por eso yo, que no me tengo por tal, he renunciado a sus placeres como a sus dolores.

Palabra del Dia

vengado

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