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Actualizado: 4 de noviembre de 2025


Únicamente el respeto á la vida humana era mayor que en los primeros años de explotación. Aresti recordaba su llegada á las minas, cuando se vivía en ellas casi con las armas en la mano, como en Alaska ó en los primitivos placeres de California.

En ese día la inquietud que ennegrecía su espíritu se traducía en molestas cuestiones de dinero; quería que sus intereses quedasen garantidos, porque podían procurarle comodidades y placeres; pero era bastante gran señor para no querer hablar de ellos.

Aprestó luego el padre una canoa, y el Mapono, cargándosela en sus espaldas, voló por los aires y desapareció, poco después se serenó el cielo, con lo cual volvió el Mapono con alegres nuevas, pero la canoa jamás pareció. El Paraíso donde descansan las almas es bien pobre de contentos y placeres.

Había perdido, en ocho años de miseria, aquella elegancia que ennoblece hasta las tonterías de los hombres bien nacidos. Todos los placeres le eran permitidos y llegó hasta llevar a la cabecera de Germana el olor nauseabundo de la taberna. La duquesa temblaba ante la idea de dejar a aquel niño viejo en París, con más dinero del que se necesitaba para matar a diez hombres.

Para la viuda, uno de los placeres más refinados era «una sesión» alegre con uno de sus antiguos amantes; aquello de no principiar por los preliminares le parecía delicioso. ¡Después, los recuerdos tenían un encanto! ¡Saborear como cosa presente un recuerdo! ¿Qué mayor dicha? Paco había sido su amante.

No tardó en representársele que aquél era un goce de los sentidos, y haciendo un gesto de desdén, fue a sentarse en el ángulo más oscuro de la estancia. Sólo renunciando a los placeres, sólo buscando el sufrimiento y señoreando sus sentidos había llegado a aquel estado de beatitud, de sublime indiferencia.

Su hermano había muerto poco antes; pero quedaban sus innumerables sobrinos, jóvenes que habían abandonado los placeres y comodidades de la alta sociedad para ofrecer sus vidas. Unos, pertenecientes á la marina, se embarcaban en buques pequeños, torpederos y submarinos, buscando los mayores peligros; otros ingresaban como oficiales en el ejército de tierra.

Al fin se trataba de una beata que ayunaría y comería de vigilia. Mal negocio. La Pascua florida ofrecía la mejor ocasión. El mundo, después de resucitar Nuestro Señor Jesucristo, parece más alegre, más lícitos sus placeres; la primavera, ya adelantada, ayuda... las fiestas, a que él haría que don Víctor llevase a su mujer, serían aguijones del deseo. «¡Oh!... , en la Pascua nos veríamos».

El doctor, ante estos placeres rudos y violentos del pueblo primitivo, recordaba las fiestas griegas, embellecidas al través de los siglos por el encanto del arte. Aquellos juegos al aire libre, sencillos y burdos, de una inmediata utilidad, recordaban involuntariamente los Juegos Olímpicos. ; se parecen pensaba Aresti.

¡Oh! no, señor, no tengo la intención de decir nada malo replicó Nancy coqueteando y linda hasta hacer perder la cabeza . Cuando los caballeros tienen tantas distracciones, una pieza de baile es bien poca cosa para ellos. Vos sabéis bien que no es así. Vos sabéis que bailar una pieza con vos me interesa más que todos los otros placeres del mundo...

Palabra del Dia

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