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Actualizado: 15 de mayo de 2025


60. No iban las cosas de mejor modo á los indios en el rio Phacido, ó Yaguy, porque ya no solamente estaban discordes entre , sino tambien con el capitan Nenguirú: porque como advirtiese la gente de algunos pueblos que dicho capitan á unos se entregaba totalmente, y á otros nada, le perdieron tambien la voluntad. Tuvieron por este tiempo frecuentes pláticas con los Portugueses, provocándolos siempre á que saliesen á la llanura: pero asegurados por todas partes ellos en las riberas del rio, con montes ásperos, habiendo cortado para murallas troncos, y habiéndose fortificado, se mantuvieron inmobles. No faltaban en los reales de los indios quienes de noche, y otras veces á escondidas, se fuesen á los del enemigo, atraidos con las esperanzas de premios, y á hacer negociacion, la que prometia abundante el enemigo: y como todos los de los pueblos fuesen á estas ferias, todos se fingian Miguelistas: era gente de á acaballo, y á los que veian venir á pié, no querian de noche creer los Miguelistas. Estas y otras cosas fueron semilla de muchas discordias entre los ejércitos de los indios, de suerte que alguna vez hubieron de tener guerra civil ó interna. Y finalmente, cundiendo el mal, contagió al ejército, y ya cada uno determinaba volverse á su casa: aunque era obice esto, á saber, que se volverian, y que reclutadas por todas partes mayores tropas de los pueblos de la otra banda del Uruguay, y preparadas armas nuevas, á principios de Enero volverian. Los mas prudentes no aprobaban este proyecto, porque se esponia toda aquella provincia, y todos los ganados, con los estancieros,

Convalecidos éstos, empleó todos sus pensamientos y celo en la chusma de los grumetes del navío, tomando á su cargo el cuidado espiritual de ellos con las pláticas, exhortaciones, confesiones y todos los otros ejercicios conducentes al aprovechamiento de las almas, no dejando, entre tanto, obra ninguna, por vil y repugnante que fuese, que no la ejecutase en servicio de ellos, por ganarlos para Dios, y de mejor gana y más alegremente hacía aquellas que eran de mayor trabajo y desprecio.

Llegaron, en estas pláticas, al pie de una alta montaña que, casi como peñón tajado, estaba sola entre otras muchas que la rodeaban. Corría por su falda un manso arroyuelo, y hacíase por toda su redondez un prado tan verde y vicioso, que daba contento a los ojos que le miraban. Había por allí muchos árboles silvestres y algunas plantas y flores, que hacían el lugar apacible. Este sitio escogió el Caballero de la Triste Figura para hacer su penitencia; y así, en viéndole, comenzó a decir en voz alta, como si estuviera sin juicio:

Fueron luego a dar cuenta a la duquesa de lo que pasaba y del laúd que pedía don Quijote, y ella, alegre sobremodo, concertó con el duque y con sus doncellas de hacerle una burla que fuese más risueña que dañosa, y con mucho contento esperaban la noche, que se vino tan apriesa como se había venido el día, el cual pasaron los duques en sabrosas pláticas con don Quijote.

Con estas pláticas, y desconciertos llegamos a Torrejón, donde se quedó, que venía a ver una parienta suya. Yo pasé adelante, pereciéndome de risa de los arbitrios en que ocupaba el tiempo, cuando, Dios y en hora buena, desde lejos vi una mula suelta y un hombre junto a ella a pie que, mirando un libro, hacía unas rayas que medía con un compás.

A ella he confiado mis pesares; en ella he puesto mi cariño; me amó, me ama, y cuando su amor iluminaba mi alma con celestes claridades; cuando de ella recibía mi corazón vigor y fortaleza, se va, y me deja.... Se irá, y en esta casa se acabará toda alegría.... ¡Adiós amorosas platicas! ¡Adiós gratas lecturas!

Una sonrisa feliz vagaba por los labios de ellas y ellos. Entre cánticos melodiosos, entre amenas pláticas y bromas delicadas se pasó la tarde. Los revisteros podían decir, sin faltar a la verdad al día siguiente, que los "viernes del Supremo Hacedor" eran deliciosos, y que la marquesa de Alcudia hacía los honores en su nombre con exquisita amabilidad. Al cabo, la piadosa reunión se dispersó.

Nunca ausencia se tomó por medio para acrecentar una aficion, antes suele ser con que la mayor se desvanece, como siempre suele esperimentarse: El amor y aficion de Andronico se fué perdiendo, y la mujer al mismo paso desesperando y cerrando la puerta á su pretension, trocó los ruegos en amenazas. Admitió platicas y tratos de Príncipes extranjeros enemigos de Andronico.

»Rióse Camila del ABC de su doncella, y túvola por más plática en las cosas de amor que ella decía; y así lo confesó ella, descubriendo a Camila como trataba amores con un mancebo bien nacido, de la mesma ciudad; de lo cual se turbó Camila, temiendo que era aquél camino por donde su honra podía correr riesgo. Apuróla si pasaban sus pláticas a más que serlo.

-Eso es -respondió don Quijote- porque es mayor el número de los religiosos que el de los caballeros. -Muchos son los andantes -dijo Sancho. -Muchos -respondió don Quijote-, pero pocos los que merecen nombre de caballeros. En estas y otras semejantes pláticas se les pasó aquella noche y el día siguiente, sin acontecerles cosa que de contar fuese, de que no poco le pesó a don Quijote.

Palabra del Dia

atormentada

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