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Actualizado: 19 de junio de 2025
No, yo no te hago ese disfavor... para que veas. Tengo la seguridad de que arrastrada y todo como eres, loca y sin pizca de juicio, tus faltas nacen del amor y no del interés; y los mismos disparates que haces por un hombre poderoso, que te da grandes cantidades, lo harías si fuera un pobre pelagatos y tuvieras que comprarle tú a él una cajetilla».
La planta de la empresa resuelta, pizca más pizca menos, de esta manera, don Lope cuidó de que Muley pudiese estar en libertad al momento preciso, y su confidente y escudero fué para armar a Mercado, alicionar a los criados y tenerlo todo a punto, como experimentado maese de campo.
Nunca le había sido tan grata la persona de su tía como aquella noche, y se sintió atraído hacia ella por fuerza irresistible. Por fin se fue la santa, y a poco, Moreno ordenó a su criado que se retirara. «Me acostaré dentro de un ratito dijo el caballero ; pues aunque creo que he de dormir, todavía no tengo ni pizca de sueño.
Eres brutal e inhumano, sin una pizca de amor o estimación... un hombre de esos que por conseguir dinero es capaz de arrastrar al suicidio a una pobre mujer. Ahora que has salido libre de la cárcel tienes intención de vivir sobre mí: tu carta con esa proposición es suficiente prueba.
Y entonces fue cuando Jacobo quedó convencido de que el padre Cifuentes era un infeliz, un cuitadito sin pizca alguna de mundo, como el tío Frasquito le había dicho antes.
La llanura desnuda y severa no tenía ya ni una pizca de rastrojo seco que recordara el verano ni el otoño y no mostraba ni una sola hierba nueva que hiciera esperar la vuelta de las estaciones fértiles. En la lejanía distinguíanse muchas parejas de bueyes de pelo bermejo, arrastrando los arados, hundidos en la tierra negruzca, con movimiento lentamente uniforme.
Fulanita está siempre a mucha mayor altura por lo que respecta a la vida del corazón, y en su interior desprecia profundamente a Fulanito, que no sabe divagar un poco sobre la simpatía y el amor, ni es capaz de besar un abanico que cae de la mano, ni tiene pizca de bigote.
CHABREGY. Sí, señora; pero ¡demasiado tarde...! Figúrese usted que después de la última lección la señorita me dijo en voz baja: «¡Caballero! Tengo que preguntarle una cosa a solas. Le espero en el locutorio...» ¡Yo no desconfiaba ni pizca...! Ocurre con mucha frecuencia que una discípula le pida a uno aclaraciones; no puede rehusarse este benévolo repaso.
Estaba mucho más anheloso que por la noche, más azulado de color, más vidrioso de mirada, y, sobre todo, muy atormentado por la tos y muy inquieto en la cama. Miré a Neluco, que le estaba pulsando, y leí en su cara sombría la confirmación de mi diagnóstico. De pronto, nos dijo él con voz tenue y silabeando casi las palabras por no alcanzar a más sus alientos: Hoy no me gusto pizca, muchachos.
Le había dicho, con unas palabras muy elocuentes, que ella no podía repetir al pie de la letra, algo parecido a esto: «Hija mía, ni aquellos anhelos de usted, buscando a Dios antes de conocerle, eran acendrada piedad, ni los desdenes con que después fueron maltratados tuvieron pizca de prudencia». Pizca había dicho, estaba ella segura.
Palabra del Dia
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