Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de mayo de 2025
Eso debía de ser». «Necesitaba arrojar la careta, dar rienda suelta a su mal ánimo, pisar algo con ira...». Se dirigió a Palacio. Así se llamaba por antonomasia el del Obispo.
El pueblo que en silencio te escuchaba Ante tu genio doblegó la frente, Y escuchó reverente De tu arco la inmortal revelacion; Que si al pisar la corte de los Reyes Una joya te dió de sus coronas, De América en las zonas Al pueblo soberano diste ley.
Los náufragos más ágiles se veían rodeados, al pisar la cubierta, por grupos que lamentaban su desgracia, al mismo tiempo que les ofrecían líquidos calientes. Otros daban unos cuantos pasos, como si estuviesen ebrios, é iban á caer en un banco. Algunos tenían que ser izados desde el fondo del bote y conducidos en una silla á la enfermería del vapor.
Si no con los del cuerpo, Gonzalo pudo ver con los ojos del espíritu su blanca imagen cruzar la atmósfera serena y hundirse en las aguas resplandecientes. Y lloró acometido de extraña tristeza. Esta clase de luchas nunca se efectúan en el alma humana sin desgarrarla por algún sitio. Para alcanzar la dicha necesitaba pisar el corazón de una inocente joven, violar un juramento, ser un traidor.
Pero cada día era mayor la repugnancia de Anita a pisar la calle; la humedad le daba horror, la tenía encogida, envuelta en un mantón, al lado de la chimenea monumental del comedor tétrico, horas y horas, de día y de noche. Don Víctor no paraba en casa. Si no estaba de caza, entraba y salía, pero sin detenerse; apenas se detenía en su despacho. Le había tomado cierto miedo.
Tenía ganas de pisar tierra española, de pasear por aquellas viejas murallas con sus garitas, sus baluartes y sus cañones, de ver el hermoso golfo de Cádiz. La primer visita era indispensable hacerla a don Matías. Doña Hortensia me recibió como si fuera su hijo. Mi capitán le hizo grandes elogios de mí. Doña Hortensia estaba espléndida.
Un día hablaron del tiempo, otro de un reciente y criminal atentado contra los Reyes. El lenguaje de ella era el propio de una señorita bien educada que no se desdeña de conversar con aquellos a quienes la fortuna no espropicia: el de Pepe era respetuoso, casi tímido, de hombre no hecho a pisar casas tan bien puestas ni a tratar con señoras de aspecto tan aristocrático.
Los que llegaron primero a los depósitos de trépang, al pisar con los pies desnudos sobre los vidrios, se echaron atrás, dando alaridos. Algunos, que cayeron entre los pedazos de botellas, que les cortaban las carnes, se retorcían desesperadamente, regando el terreno de sangre.
La vida moderna le ofrecía a cada paso ejemplos de hijas de familias poderosas a quienes por un capricho amoroso había que casar con un mal periodista, con un abogadillo, con un cualquiera, aún de lo más pobre de la clase media; pero, ¿quién vio jamás en estos tiempos que una señorita hecha a pisar alfombras y ceñirse el talle con sedas, entregara la mano a un jornalero?
Súpose todo aquello en el barrio, y cuando la señora salió a misa de parida, no logró pisar el suelo de la calle; porque desde la escalera hasta el zaguán donde aguardaba el coche, y desde las gradas de la parroquia hasta el altar de la Virgen, las mujeres de la vecindad habían alfombrado el piso con mantones y flores; mantones raídos, flores baratas...; pero no hubo sultán de Oriente que disfrutara triunfo igual.
Palabra del Dia
Otros Mirando