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Actualizado: 17 de junio de 2025
Pero ahora, ¿esta noche? Tanto mejor. Agarrados de las manos salieron al camino, al estrecho camino por el que una vez la habían conducido sus cansados pies a la puerta del maestro, y que parecía no deber pisar sola ya más. Miriadas de estrellas centelleaban sobre sus cabezas.
Á lo cual respondió Ratón Pérez profundamente conmovido: Dios se las dé á V. M. muy buenas. Y con estas corteses razones, quedaron Buby y Ratón Pérez los mejores amigos del mundo. Conocíase á la legua que era éste un ratón muy de mundo, acostumbrado á pisar alfombras y al trato social de personas distinguidas. Su conversación era variada é instructiva y su erudición pasmosa.
Por estas y otras cosas de que don Mariano tuvo noticia, puso en la calle a la amiguita y le prohibió pisar en adelante el portal de su casa, lo cual hizo enfermar a su hija de dolor. Cuando un corazón es de tal suerte inflamable, su aspiración constante es la de abrasarse y consumirse en algún amor extraordinario, y cuando no lo tiene lo busca como el sediento la fuente de agua cristalina.
Subí lo que me faltaba, púseme junto a Chisco y miré... Tenía razón el espolique: era mucha la tierra que había que pisar por aquel lado. ¡Pero qué tierra, divino Dios!
Es cierto, entró; pero no pasó de la saleta que corresponde á la galería; allí estaba yo, su majestad le vió, pero desde detrás del tapiz de la puerta de la cámara; ese caballero no conoce á su majestad; yo misma le dí la carta que os llevó, yo misma le eché fuera de palacio; ese caballero no ha vuelto á pisar á palacio desde anoche; dicen que anda mal entretenido... lo que importa poco... añadió disimulando mal su despecho doña Clara.
Después alzó el puño en dirección de su verdugo, y rugió: ¡Te conozco, maldito cerdo gascón, y algún día la pagarás! ¡Malhaya el en que dejaste tu pocilga de Rochecourt para pisar la tierra inglesa! ¡Así te vea yo descuartizado y muertos de hambre á tu mujer y á tus hijos! Tened la lengua, buen hombre, dijo Roger; aunque cobarde fué el golpe y capaz de encender en ira al más humilde.
Su sorpresa fue, pues, grande cuando Jacobo, con la austeridad de un san Pablo primer ermitaño y la fortaleza de un san Antonio en el desierto, se negó rotundamente a salir del hotel, diciendo que había jurado no pisar el impuro suelo de París, que jamás tomaría en la mano una carta y que no pareciéndole ya conveniente marchar a Madrid a causa del cambio político, había decidido salir a la mañana siguiente para Biarritz, donde pensaba intentar una reconciliación con ¡polaina! ¡con su mujer!...
No era el amor solamente quien le empujaba tan temprano a pisar la calle, sino también la triste soledad que reinaba hacía tiempo en el inmenso y vetusto caserón en donde vivía; porque nuestro joven se hallaba solo en el mundo desde hacía poco más de un año. Su padre, el viejo marqués de Peñalta, había fallecido cuando él no contaba más de seis años de edad.
¡Pero, hombre dije estremeciéndome , si sobre aquella loma no se ve más que el cielo! Pos crea usté me replicó el espolique con gran prosopopeya , que, así y con tou, hay mucha tierra que pisar al otru lau.
La tierra exhalaba con calma su aliento perfumado preparándose a dormir. Del cielo bajaba un silencio grave, solemne, que sólo interrumpía la sonoridad de sus pasos, el leve resoplido de los caballos. Los cascos de éstos al pisar las yerbas aromáticas, la mejorana, el hinojo, la yerbabuena, el romero, alzaban vapores penetrantes que les embriagaban produciéndoles un vértigo feliz.
Palabra del Dia
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