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Actualizado: 17 de julio de 2025
Al fin, el capitán acabó por reírse de las recomendaciones de Freya. «¡Mentiras suyas!... Invenciones para interesarme y que la lleve conmigo. ¡Ah, embustera!» Una mañana, al pisar la cubierta de su vapor, Tòni se acercó á él con aire misterioso. Su rostro tenía una, palidez de ceniza. Cuando estuvieron en el salón de popa, el segundo habló en voz baja, mirando en torno de él.
Se le aparecía digna de un trono, digna de ir en magníficos carruajes; de pisar alcatifas de Persia, de vestir blondas y sedas riquísimas; de recibir adoraciones de sabios y de valerosos y de ricos; de premiar el mérito, la destreza, la poesía, la ciencia y la audacia con una dulce mirada de amor.
¿Se marcha usted porque estoy aquí? dijo secamente lord Gray . Pronto saldré de Cádiz y de España, para no pisar más esta tierra de la ingratitud. Los desengaños que aquí he padecido me impelen con fuerza a huir, aunque mi corazón no ha de encontrar ya reposo en ninguna parte. Asunción no puede detenerse para oírle a usted dijo Inés . Tiene que marcharse a su casa.
Prometioles que en la casa les aliviaría cuanto pudiese del trabajo, habló de ponerse a oficio, y añadió que, a ser forzoso, se buscaría de cualquier modo honradamente la vida: todo menos volver a pisar un escenario. La regla de conducta que Cristeta se había impuesto consistía en esperar los acontecimientos y dar tiempo al tiempo.
Lo que resta de la presente historia, con ser lo más importante por lo que al protagonista afecta, ha de ser lo más soporífero para el lector, que, de seguro, conoce a palmos el terreno que vamos a pisar, y ha de anticiparse con la memoria a mucho de lo que yo le refiera.
El gobernador prefiere las onzas; Cullen es entregado a Rosas, y al pisar la frontera de Buenos Aires encuentra una partida y un oficial que le hace desmontarse del caballo y lo fusila.
Para nosotros, oh, infelices, que hemos hecho un telegrama a Lisboa, pidiéndola, a fin de proporcionarnos dos placeres inefables; primero, evitar ir con todos ustedes, sus baúles enormes, sus loros, sus pipas, etc., y segundo, para pisar tierra veinte horas antes que el común de los mortales.
Al fin llegó a declararme que para pisar firme no tendría más remedio que apechugar con un par de almadreñas como las suyas; que lo de mi ropa, «podía pasar», y que, en cuanto al armamento, «ya se vería». ¡Vaya si tenía camándulas el mozallón!
Di mejor tus caprichos... porque tienes ojeriza a ese pobre Enrique... a quien no puedes tragar. ¡Yo! ¡Tú! como lo oyes. Apenas le hablas... apenas le haces caso. Te aseguro que necesita valor para pisar mi casa, después del recibimiento que le haces cuando entra en ella. Me acusas sin motivo; el sobrino de mi esposo tendrá siempre derecho a mis deferencias.
Me parece que Momo debería ya estar de vuelta; diez días lleva de viaje. Madre contestó Dolores , hay mucha tierra que pisar hasta Madrid. Manuel dice que no puede estar de vuelta sino de aquí a cuatro o cinco días. Pero ¡cuál no sería el asombro de ambas, cuando de repente vieron ante sí con aire azorado y mal gesto al mismísimo Momo en persona! ¡Momo! exclamaron las dos a un tiempo.
Palabra del Dia
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