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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Hizo un molinete con el tal bastón, que estremeció á los árboles inmediatos, extendiendo una brisa ondulatoria sobre gran parta de la selva. Se sentía con esta cachiporra en la diestra menos esclavo de los pigmeos. Sonrió pensando que hasta era capaz de echar abajo el par de máquinas aéreas que le vigilaban haciendo evoluciones sobre su cabeza.
Luego, al empuñar con su diestra la enorme cachiporra, le pareció que se habían doblado su estatura y su vigor, sintiéndose capaz de suprimir de un golpe á cuantos pigmeos intentasen cerrarle el paso. Ahora va usted á viajar con más comodidad dijo, tomando á Popito entre dos dedos y elevándola sobre la mesa.
Veíamos hombres rojos como el fuego y negros como la noche, hombres peludos como monos y cuadrúpedos como perros, pigmeos del tamaño de una uña y gigantes más grandes que montañas... Y faunas y floras indescriptibles... Y hombres piedras, hombres árboles, hombres líquidos, hombres gases, hombres luminosos, hombres translúcidos y quebradizos como el cristal...
El gigante avanzó por uno de estos muelles, anchísimo para los pigmeos, pero en el cual tenía que colocar sus pies con precaución, como si marchase por lo alto de una pared. La muchedumbre lanzó un grito de sorpresa y de rabia al darse cuenta de la dirección que seguía. Junto á este muelle se hallaba anclado el bote que le había traído de su remoto país.
En los otros vehículos llegaban montañas de panes cada uno de ellos del tamaño de un grano de maíz ante los ojos del gigante , pirámides de frutas enormes para los pigmeos, pero que venían á ser del volumen de un cañamón, y montones de quesos. Una sección de atletas agregados al ejército traía en varios vagones una docena de toneles de agua.
Al fin se acostó sobre una de sus aletas, desapareciendo entre los círculos concéntricos que había abierto en el agua. Como Gillespie no veía otros enemigos aéreos, saltó dentro de su bote, lo que produjo en el puerto una enorme ondulación que hizo danzar sobre sus amarras á todos los buques de los pigmeos.
Gillespie se resistía á comprender cómo varios pigmeos podían matarle durante su sueño no disponiendo de una máquina inyectora como aquella de que le había hablado Flimnap. Mis amigos contestó Ra-Ra han podido adivinar, gracias á algunas palabras de estos hombres, cómo se proponen matarle durante su sueño.
Se despojó de su antiguo traje, que en realidad estaba maltratado y con numerosas roturas, cubriéndose luego con la suelta túnica que le habían fabricado los sastres del país. Finalmente se echó sobre la cabeza un velo hecho de lona de la que fabricaban los pigmeos, y que más bien parecía la vela de un antiguo navío.
Ya no vió agitarse á los pigmeos en torno de sus extremidades, como si fuesen mudos y sólo hablasen por señas; hasta de los términos más apartados del edificio le llegaron olas rumorosas semejantes á los murmullos que agitan los bosques, distinguiendo en ellas las palabras ininteligibles que profería su numerosa servidumbre.
Gillespie, irritado por esta ausencia, empezó á agitarse con una nerviosidad amenazante para los pigmeos que se hallaban cerca de él. De pronto se tranquilizó al ver que un hombre de larga túnica y envuelto en velos, que había permanecido hasta entonces inmóvil en la puerta de la Galería, se aproximaba á su asiento. Cuatro esclavos le seguían, llevando á hombros una larga escala de madera.
Palabra del Dia
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