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Actualizado: 23 de julio de 2025


No tenía voz para el canto ni gran afición a la música, y todos los esfuerzos de sus maestros y su buena voluntad para el estudio se estrellaron contra esta ausencia de facultades filarmónicas. Las obras maestras de la música y aun las fantasías, réveries y nocturnos que María tocaba en el piano la dejaban fría, sin comprender su mérito.

Maltrana hablaba de esta fiesta con orgullo, presentándose como su principal organizador. Había vigilado los ensayos durante varios días, yendo del piano del salón, junto al cual probaba su voz Mrs.

Entonces volvió al dormitorio, lo atravesó, y entró en la sala: allí el registro fue aún más breve o inútil, pues aparte del diván y los sillones, sólo había una mesa llena de menudos objetos de uso, y luego el piano, sobre el cual se veía un cuaderno con composiciones de Pessard.

No olvides de darte algunas tareas de piano, que eso de teclear es, a mi modo de ver, cosa fácil y que se aprende con un poco de paciencia.

Si creerá que en Villaverde no hemos visto lujo ni elegancia.... , , ya sabemos que dice que esta población es una hacienda grande.... Creerá que viene a deslumbrarnos con sus exterioridades y sus trajes. ¿Y todo por qué? Porque sabe tocar el piano. Allí está Luisita Castro Pérez que toca tan bien como ella, y sin embargo es modesta y humilde.

Empezó a marearla con miradas y lisonjas allí, junto al piano, durante el concierto; y al atreverse a invitarla nada menos que para bailar una polca de aquellas condiciones coreográficas, jugó el todo por el todo.

Si hubiera tenido el espíritu sereno, podía comprender que las mujeres gozan interviniendo en las intrigas amorosas y desempeñan su papel con mucha seriedad. Vi que se acercaba al piano y comenzaba a teclear distraídamente. Agitado y convulso, me aproximé también. Prepárese usted a recibir una noticia importante dijo la condesita, sin mirarme y con acento grave y misterioso.

María, sin responder una palabra, se dejó conducir por la condesa a un sillón colocado entre el piano y el sofá. Rita, para estar más cerca de ella, había dejado su puesto ordinario y colocádose junto a Eloísa. ¡Jesús! dijo al ver a María , si es más negra que una morcilla extremeña. No parece añadió Eloísa sino que la ha vestido el mismísimo enemigo.

El tío se divertía, como hay Dios, oyendo a la sobrina cantar con su carita de Pascua estas atrocidades de la melancolía. «Vorrei moriré!», repetía la muchacha con acento de desesperación, saltando su voz sobre los trémolos del piano. ¡Vaya un aperitivo para antes de la comida! Doña Manuela hablaba a la criada distraídamente, oyendo aquella música que nunca podía comprender.

A los acordes de éste la gente empezó a reunirse en el corredor donde se hizo una tertulia en que el piano alternaba con la guitarra, mientras Melchor atendía a todos, como dueño de casa, haciendo servir algunas botellas de sidra espumante. Llegó luego la hora de las carreras que debían empezar por la del premio ofrecido por Lorenzo y en la que tomarían parte cinco caballos.

Palabra del Dia

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