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Actualizado: 29 de junio de 2025
La marcha hasta el hotel iba á resultar interminable; todo Monte-Carlo presenciaría su paso. Se sintió triste, muy triste. Aquel oficial era su enemigo; ¡pero la muerte!... Alicia le inspiraba menos conmiseración. Sonrió con una sonrisa perversa al contemplar por última vez el carruaje y su séquito que iba en aumento. Como escándalo, no era flojo el que acababa de dar la duquesa de Delille.
Pues bien, tú sabrás de lo que soy capaz cuando se me fuerza. Me lo habían dicho y ya lo he visto. Pero jamás me hubiera atrevido á creer que usted, tan buena, se convirtiese hasta tal punto en perversa. Yo te haré arrepentir de lo que has hecho. Usted me hará arrepentir de haberla amado: nada más. ¡Herminia!
Con paso lento, con actitud de profunda melancolía, con el rostro y la mirada inclinados al suelo, llegó hasta cerca de donde estaba D. Luis, y dijo de este modo: Ahora, aunque tarde, conozco toda la vileza de mi corazón y toda la iniquidad de mi conducta. Nada tengo que decir en mi abono; mas no quiero que me creas más perversa de lo que soy.
El la llamó varias veces: ¡Aixa! ¡Aixa! ¡Aixa! palpándola los brazos, las mejillas, la garganta, los pechos; pero ella enmudecía, cadavérica y glacial sobre el mármol. Quiso calentarla la boca con la suya; y, presa él mismo de perversa tentación, la cubrió de apasionadas caricias. Nunca la halló más extraña y más dulce.
¿Qué es lo que me persigue y me tienta de esta manera? se preguntó el ministro á sí mismo, deteniéndose en la calle y golpeándose la frente. ¿Estoy loco por ventura, ó me hallo completamente en poder del enemigo malo? ¿Hice un pacto con él en la selva y lo firmé con mi propia sangre? ¿Y me pide ahora que lo cumpla, sugiriéndome que lleve á cabo todas las iniquidades que pueda concebir su perversa imaginación?
Es verdad que supe después a quien se dirigían sus obsequios y con quién sostenía una correspondencia clandestina... ¡Era Elena!... Decididamente, la mujer ha nacido perversa y engaña desde la cuna por una necesidad de su naturaleza. ¡Qué bien inspirado está el que se conserva a distancia del peligro femenino!
Doña Rebeca tragaba saliva, renegaba de todo lo criado, a media voz, y, quedito, en los pasillos y en los rincones, le decía a Carmen injurias y refranes con perversa impunidad.
¡Robarte! murmuró, con una perversa expresión de odio desenfrenado en su grosera cara pálida. ¡Robarte! silbó pronunciando un sucio juramento, ¡más que eso voy a hacer! ¡Voy a ponerte donde tu maldita lengua no vuelva a moverse más, y donde no podrás decir la verdad!
Lea había conocido á una joven muy elegante, muy linda y una cantante agradable, que le agradó por la gracia de su carácter y por una atracción misteriosa y perversa de que no la hubiera creído capaz, pues poco viciosa y muy amante del hombre, nunca Lea me había parecido dispuesta á ciertas aberraciones.
39 y he aquí un espíritu lo toma, y de repente da voces; y le despedaza y hace echar espuma, y apenas se aparta de él quebrantándole. 40 Y rogué a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron. 41 Y respondiendo Jesús, dice: ¡Oh generación infiel y perversa! ¿Hasta cuándo tengo que estar con vosotros, y os sufriré? Trae tu hijo acá.
Palabra del Dia
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