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Actualizado: 29 de junio de 2025


Señor Fabrice le replicó aquélla bajando la voz y con una energía extraordinaria , no importaría nada ser sólo desgraciada... Lo que es terrible es sentir cómo va una volviéndose perversa. Y se dirigió casi corriendo hacia el castillo.

Antes calentaría muy bien las orejas a su madrina; le diría que era una indigna mujerzuela, una criatura vil y perversa, y que si otra vez osaba maltratar a aquella pobre niña desvalida, iría a su casa a cortarle las orejas y atarla después por el moño a la cola de su caballo y arrastrarla así por toda la ciudad.

Aquella expresión era tan inteligente, y sin embargo tan inexplicable, tan perversa, y á veces tan maligna, aunque en lo general acompañada de una gran exuberancia de extravagante buen humor, que Ester no podía menos de preguntarse si Perla era en realidad una criatura humana.

Solamente, y á la fuerza, la llevó su madre hacia el ministro, y eso quedándose atrás y manifestando su mala gana con raros visajes, de los cuales, desde su más tierna infancia, poseía numerosa variedad, pudiendo transformar su móvil fisonomía de diversas maneras, y siempre con una expresión más ó menos perversa.

Se alejaba de mismo, de sus excesos de tierra, de su imaginación perversa y curiosa, que le hacía buscar y tentar á nuevas mujeres, perturbando su tranquilidad, sin que experimentase un verdadero deseo. Emprendía los más extraordinarios viajes, buscando la paz del mar y su atmósfera reconfortante, la orquesta iba con él; pero el harén quedaba en tierra.

Conoció Pepita el egoísmo rudo con que había hecho cómplice y punto menos que autor principal de su falta al padre vicario, y le habló de esta suerte: No se aflija Vd., padre mío; no se aflija usted, por amor de Dios. ¡Mire Vd. si soy perversa! ¡Cometo pecados gravísimos y quiero hacer responsable de ellos al mejor y más virtuoso de los hombres!

Mientras comieron, Fortunata contemplaba a su marido, más que en la realidad, en misma, y de este examen surgía un tedio abrumador, y la antipatía de marras, pero tan agrandada, tanto, que ya no cabía más. Y la perversa no trató de combatir aquel sentimiento; se recreaba en él como en una monstruosidad que tiene algo de seductora.

Pero las cosas mejores las dice siempre una voz anónima, que debe de ser la del autor. De todo ello resulta que la vida es un lazo insidioso que nos ha tendido una voluntad perversa, y que para vencer a esta voluntad no hay otro medio que el suicidio, el suicidio de la humanidad entera.

Yo no creo que haya nadie malo, malo de todas veras. ¡Me he llevado tantos chascos!... tantas veces me ha pasado ver que una persona con fama de perversa salía de buenas a primeras con un acto de los más cristianos, que ya no me sorprendo de ver saltar el bien en donde menos se piensa. Que usted ha tenido sus extravíos, todo el mundo lo sabe. ¿Para qué hemos de decir otra cosa?».

No me importa que se la beba otro. Mis faltas son debilidades, y además un efecto preciso de la mala, de la perversa educación que he recibido. ¿Por qué educaron en el lujo al hijo de un pobre empleado con treinta mil reales? ¿Por qué desde niño me enseñaban a competir con los hijos de los grandes de España? ¿Por qué no me dieron una carrera, por qué no me aplicaron a cualquier trabajo, en vez de meterme en una oficina, que es la escuela de la vagancia?

Palabra del Dia

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