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Actualizado: 29 de junio de 2025


Los demonios jamás son tan benignos y apacibles con una criatura. Ser, por consiguiente, de menos perversa y dañina condición, que los ángeles precitos, es quien tiene trato y coloquios con mi señora doña Eulalia. Ergo, no es demonio, sino duende quien la visita y habla con ella.

Había parecido todo el día más glacialmente desdeñoso, y aun en este momento, a solas con su joven y encantadora esposa, en los umbrales de la cámara nupcial, no tenía para su mujer otras caricias que una sonrisa burlona en sus labios y en sus ojos una perversa mirada. Querida mía le dijo de pronto , ¿sois del viejo régimen? ¿Viejo régimen?... perdón... no comprendo.

Tengo el sistema nervioso alterado. ¡Pelear toda la vida con un enfermo, y ahora, para rematar la fiesta, salirme esa chicuela, en quien tenía fundadas mis esperanzas, tan ingrata y perversa! No cómo tengo paciencia. María vaciló un instante. Ya ve usted, señora... los niños son niños.

A propósito de esta enfermera tenía frecuentes disputas con el enfermo Petrov, que la juzgaba de una manera harto distinta. Petrov afirmaba que era, como por lo demás lo eran todas las mujeres, perversa, embustera, incapaz de un sincero amor. Después de hablar con alguien decía , se burla de él.

Aquella flagrante falta de educación, cuyo secreto motivo adivinaba, le hizo el efecto de una injuria personal a la que se propuso responder duramente. Al volver al castillo, donde había preparado un lunch Raúl ofreció el brazo a su «perversa amiga», que lo aceptó con una espontaneidad de buen agüero y se dejó conducir al puesto de honor.

Es una triste historia y soy muy digno de que se me tenga lástima, ¿verdad? ¡Ser dominado por una mujer falsa y perversa, y sufrir toda mi vida por cumplir una orden de mis señores, cuando todavía ignoraba por completo lo que es el mundo! Marta se había afectado profundamente al oír el final del relato del intendente. Había despertado en ella dolorosos recuerdos y hecho sangrar viejas heridas.

7 Porque mi paladar hablará verdad, y mis labios abominan la impiedad. 8 En justicia son todas las razones de mi boca; no hay en ellas cosa perversa ni torcida. 10 Recibid mi castigo, y no plata; y ciencia más que el oro escogido. 11 Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella.

En el cielo, pues, será delirio de mi imaginación perversa, pero aun cuando yo me ponga, me pongo entre la más baja plebe. Y mi envidia, y mis celos, y mi rabia, en intensidad y en duración, toman las colosales proporciones de la vida eterna, y me burlan y me convierten el cielo en infierno. A extremo tan horrible ha venido a parar mi fe religiosa, que hasta imaginándome salvado, soy precito.

Los personajes todos de la época, retratados en caricatura, dan mayor realce al discurso, y la intención perversa que en cada comentario campea, pinta el espíritu de un bando político que era en aquellos días, si no la mayoría, parte grande y granada de la Nación española.

Pero esto no quiere decir que su obra ha de ser docente, sino que no debe ser perversa ni indecente. Harto bien se nota que los preceptos de moral aplicados al arte nada tienen de exclusivos: no implican la relación entre la moral y la estética. Son los mismos preceptos que se impone toda persona bien educada cuando va de visita, de tertulia ó de paseo.

Palabra del Dia

rigoleto

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