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Actualizado: 29 de julio de 2025


567 Deseaba para escaparse hacer una tentativa, pues a la infeliz cautiva naides la va a redimir, y allí tiene que sufrir el tormento mientras viva. 568 Aquella china perversa, dende el punto que llegó, crueldá y orgullo mostró porque el indio era valiente: usaba un collar de dientes de cristianos que él mató.

Era Julio, que acechaba el dolor ajeno para manjar de su alma perversa.

Una ráfaga de locura hereditaria y perversa parecía conmover a los habitantes de la casona, y los vecinos de la comarca miraban siempre con supersticioso respeto aquella vivienda blasonada. Se contaba que doña Rebeca había sido muy desgraciada en su matrimonio. Casó con un plebeyo, buen mozo y pobre, único pretendiente que le deparó la fortuna.

Abominable, perversa y sin entrañas es la tal doctrina, aunque la haya predicado Federico Nietzsche, apoyándose en ideas y sentencias de aquel antiquísimo profeta del Irán, a quien llamaron los griegos Zoroastro. El Sr. Gener adopta en parte la opinión de Federico Nietzsche, y en parte la reprueba. Vamos a ver si lo ponemos todo en claro.

Y si os robara ese papel, ¿no estaríais por completo en su poder? ¿No podría pretender entonces que ignora por completo el robo de la niña? ¿Quién podría demostrar entonces que Elena no es su hija, puesto que todos los testigos han muerto, y que vuestra acusación sería considerada como una acción perversa? Pero ella no puede quitarme ese papel, no sabe dónde está.

Y la perversa Ana Bolena fue el medio de que se valió el diablo para apoderarse de los ingleses, que eran antes fervorosos católicos.

Sin usted yo hubiera sido una mujer muy perversa.... Temo que el día en que usted me falte lo sea. Los únicos momentos en que siento un poco de blandura en el corazón son los que paso a su lado. Parece, mamá, como si usted me transmitiera algo de esa virtud tan grande que tiene....

Todo su valer, toda su belleza, todo su hechizo fulguró ante mis ojos con más brillo que nunca. ¿Qué bastarda dulzura, qué amor sin honra y sin vergüenza, qué afecto villano me emponzoñó en aquel instante el corazón y corrió por mis venas con mi perversa sangre?

Ana notó en estas bravatas que se tambaleaba el alcázar de la firmeza tribunicia. Desde entonces su curiosidad perversa la espoleó, y en cierto modo le halagó la idea de que todas, por muy soberbias que fuesen, paraban en caer como ella había caído.

Cuando hace poco trajeron a nuestra casa un icono, se marchó para no asistir a la ceremonia. Nuestros esfuerzos para retenerla fueron inútiles. ¿Qué se le va a hacer? ¡Es así, señores jueces! Ella es la primera víctima de su carácter. Nuestro Señor Jesucristo continuó el sacerdote perdonó a la mujer perversa cuando se arrepintió. Pero yo no me he arrepentido.

Palabra del Dia

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