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Los servicios que el hombre hace se quedan en la antesala, y las sospechas penetran al gabinete, segun dice Zoroastro. Todos los dias eran acusaciones nuevas; la primera se repele, la segunda hace mella, la tercera hiere, y la quarta mata.

Pero muy presto echó de ver que era muy peligroso tratar con sabios. Suscitóse una fuerte disputa acerca de una ley de Zoroastro, que prohibe comer grifo. ¿Como está prohibido el grifo, decian unos, si no hay tal animal? Fuerza es que le haya, decian otros, quando no quiere Zoroastro que le comamos.

Este es tu mejor apoyo... Zoroastro recomienda a las persas el matrimonio como la obra más meritoria y declara que la joven que rehusase casarse irá a los infiernos hasta la resurrección, aunque haya hecho buenas acciones. Lo de los infiernos es acaso excesivo dijo la abuela con malicia, pero opino que haga una temporada de purgatorio...

Jamás lo dije en voz alta ni lo escribí en los periódicos para no descontentar a los Poderes públicos encargados de mantener el respeto hacia tales entidades: mas yo nunca creí que existiesen estos dos personajes, viejos como la substancia, rivales bonachones, que se pasan la vida haciéndose mútuas y amables perrerías, uno de barbas nevadas y túnica azul, vestido como el antiguo Zoroastro y habitando las alturas luminosas, en medio de una corte más complicada que la de Luis XIV; y el otro malhumorado y mañoso, ornado de cuernos, viviendo entre las llamas, imitación ridícula y burguesa del pintoresco Plutón. ¡No, no creo!

Los sectarios de la religión de Ahura-Mazda creían, pues, a puño cerrado, que Parsondes debía contarse en el número de los veinte o treinta grandes profetas, precursores y continuadores de Zoroastro hasta la consumación de los siglos.

Nuestro amigo soñó lo que sigue: Más de dos mil seiscientos años ha, era yo en Susa un sátrapa muy querido del gran Rey Arteo, y el más rígido, grave y moral de todos los sátrapas. El santo varón Parsondes había sido mi maestro, y me había comunicado todo lo comunicable de la ciencia y de la virtud del primer Zoroastro.

Si cabe comparar lo sagrado con lo profano, sería esto tan ridiculo como si el Estado erigiese un magnifico templo y ensayase en él la religión de Brahma, de Buda, de Zoroastro ó de cualquier profeta flamante, á ver si el pueblo la prefería al catolicismo y se convertía. Si en la religión hay herejes, en las artes también los hay.

Causa de la expulsión o más bien de la fuga para sustraerse a una tiránica intolerancia, había sido la refinada cultura de aquellos persas, y el modo incompleto y libre con que se llamaban mahometanos. La antigua religión de la luz increada vivía en sus almas sobrepuesta al islamismo. Zoroastro valía para ellos más que Mahoma, como anterior y superior en la serie de los profetas.

Zadig, por ponerlos conformes, les dixo: Pues no comamos grifo, si grifos hay; y si no los hay, ménos los comerémos, y así obedecerémos á Zoroastro.

Quando fallaba de un asunto, la ley, no él, era quien fallaba; pero quando esta era muy severa, la suavízaba; y quando faltaba ley, la hacia su equidad tal, que se hubiera podido atribuir á Zoroastro. El fué quien dexó vinculado en las naciones el gran principio de que vale mas libertar un reo, que condenar un inocente.