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El otro era de muy diversa condición y figura. Sus aficiones literarias le habían hecho amigo del poeta clásico que hemos conocido habitando en el olimpo de doña Leoncia, la semidiosa de la calle de la Gorguera. Tenía mucho ingenio, dotes de orador y periodista, pero muy poca instrucción y una ligereza invencible.

Daños acarreados por la vanidad y la soberbia. ¡Cuántas reputaciones se ajan, cuando no se destruyen, por la miserable vanidad! ¡cómo se disipa la ilusión que inspirara un gran nombre, si al acercársele os encontrais con una persona que solo habla de misma! ¡Cuántos hombres, por otra parte recomendabilísimos, se deslustran, y hasta se hacen objeto de burla, por un tono de superioridad, que choca é irrita, ó atrae los envenenados dardos de la sátira! ¡Cuántos se empeñan en negocios funestos, dan pasos desastrosos, se desacreditan ó se pierden, solo por haberse entregado á su propio pensamiento de una manera exclusiva, sin dar ninguna importancia á los consejos, á las reflexiones ó indicaciones de los que veian mas claro, pero que tenian la desgracia de ser mirados de arriba abajo, á una distancia inmensa, por ese dios mentido que habitando allá en el fantástico empíreo fabricado por su vanidad, no se dignaba descender á la ínfima region donde mora el vulgo de los modestos mortales!

Todos se mostraban sorprendidos de verlos juntos charlando como antes, en un ángulo de la sala, larguísimos ratos, abstraídos de cuanto les rodeaba, habitando en ese rincón del cielo que los amantes encuentran tan fácilmente lo mismo en la soledad que entre la muchedumbre.

Celebrados los desposorios, Isabel y Luis no volvieron a separarse, habitando el mismo palacio como si fuesen hermanos, hasta que por la voluntad de Dios fueron marido y mujer.

Sin embargo, el aguerrido soldado, el esforzado campeon de la independencia de Venezuela, si bien no pudo menos de lamentar el sangriento é inhumano fin de su querido amigo, no por eso se inquietó y siguió habitando en Kingstown hasta que sabedor de que el capitan propietario de la corbeta Dardo, Luis Brion, habia marchado hácia Cartagena con algun armamento, y se hallaba en los Cayos de San Luis allegando gente y acopiando víveres para acudir al socorro de la plaza, voló á ofrecerle su espada, entusiasta como siempre, como siempre alentado por el mismo noble valor y la misma imperturbable esperanza.

5 Entonces dije: ¡Ay de ! que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, el SE

26 Además, Israel ha estado habitando por trescientos años a Hesbón y sus aldeas, a Aroer y sus aldeas, y todas las ciudades que están a los términos de Arnón, ¿por qué no las habéis recobrado en ese tiempo? 27 Así que, yo nada he pecado contra ti, mas haces mal conmigo haciéndome guerra; el SE

Doña Josefa, la hija del conde de la Monclova, siguió habitando en palacio después de la muerte del virrey; mas una noche, concertada ya con su confesor, el padre Alonso Mesía, se descolgó por una ventana y tomó asilo en las monjas de Santa Catalina, profesando con el hábito de Santa Rosa, cuyo monasterio se hallaba en fábrica.

Cuando volvió á su país, hacía poco más de un año, había perdido el hábito de trabajar en las faenas del campo, aunque ganara mucho en el manejo de la pluma y buenos modales. Por influencia de Matilde y su marido entró como administrador subalterno de la casa de Trevia, habitando en el palacio de la Segada y dependiendo del administrador general, que residía en la capital de la provincia.

Gallardo, que se trataba con los señoritos de Sevilla, no quiso que su madre siguiese habitando la casucha de sus tiempos de miseria. Por él se hubiesen trasladado a la mejor calle de la ciudad; pero la señora Angustias quiso seguir fiel al barrio de la Feria, con ese amor que sienten al envejecer las gentes simples por los lugares donde se desarrolló su juventud. Vivían en una casa mucho mejor.