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Actualizado: 15 de julio de 2025


Habiendo pasado bárbaramente á cuchillo una nave cargada de peregrinos que venía de la Meca, levantóse un clamor general contra los de su nación y aumentó en todo el Oriente el horror que inspiraba el nombre cristiano, cerrándose con tal acto más y más las puertas del Asia. ¿Es cierto que Magallanes había visto el mar Pacífico señalado en un globo por el alemán Behaim?

Porque aquellas diosas escuchaban la ferviente plegaria de los peregrinos que venían á postrarse al pie de su pedestal, inmóviles, frías, sin dignarse siquiera posar sobre ellos la mirada; porque aquellas diosas, como usted, no amaban á nadie. ¡Á nadie, á nadie! ¡Qué feliz me hace este pensamiento! Pero qué triste felicidad debe ser ésta, ¿verdad, condesa?

En otros tiempos solía vestirme de peregrino para ir a la busca, pero los chicos me seguían como unos bobos y los guindillas me amenazaban con llevarme a la prevención. ¿Por qué, señores míos?... Lo que yo les decía: ¿Qué somos todos en este mundo, mas que peregrinos que vamos pidiendo a los demás y caminando hasta llegar al final de nuestra vida?

A despecho de tan importantes motivos, no sabemos por qué doña Inés desistió de que Juanita fuera al convento de Ecija, y hubo de fijarse al fin en las Comendadoras de Santiago, en Granada, donde, si no se hacen aquellos peregrinos e inimitables bizcochos, se hacen los mejores almíbares de toda Andalucía.

Unicamente algunos abetos destacan aquí y allá, entre la nieve de las montañas, sus obeliscos oscuros, como otros tantos monumentos dedicados a la memoria de los muertos... Y de cuando en cuando podéis ver, en la lejanía, algunos viajeros que cruzan precipitadamente la llanura, o peregrinos que oran sobre una tumba. 17 de octubre.

No pocas veces, después de pasar con Miguel unas cuantas horas, le mandaba por la doncella cinco o seis pliegos de letra menuda. La fantasía de la generala era todavía más fecunda en la invención de nuevos y peregrinos placeres.

Todos ellos, musculosos y bien plantados, con ojos azules y bigotes rubios, llevaban medallas ocultas. Uno le había regalado la suya, comprada en una peregrinación á Santa Ana de Auray. Caragòl la mostró sobre su pecho velludo. Sentía una fe reciente en los prodigios de esta imagen «extranjera». Van á miles los peregrinos á su santuario, capitán.

Acostáronme, y quedé aquella noche confuso, viendo mi cara de dos pedazos y tan lisiadas las piernas de los palos, que no me podía tener en ellas ni las sentía, robado, y de manera que ni podía seguir a los amigos, ni tratar del casamiento, ni estar en la Corte, ni estar fuera. Libro Tercero: Capítulo VIII: De su cura y otros sucesos peregrinos.

Lo extraño y vago del espectáculo, la emoción que sobrecoje el alma, le hacen creer á uno que le han conducido á lugar sagrado. Tres veces, mil veces benditos se creen los peregrinos indios que, después de haber llegado á las fuentes del Ganges, se atreven aún á penetrar bajo la tenebrosa bóveda de donde brota el río santo.

Luego, los peregrinos se iban a ver las reliquias, guiados por el lenguajero, una especie de intérprete de hotel, que sabía decir en varios idiomas piedra, corona, cuchillo, hacha, sombrero... Unos peregrinos viajaban a sus expensas; otros venían implorando la caridad. La mayoría llegaban rotos, sucios, mugrientos y enfermos.

Palabra del Dia

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