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Actualizado: 24 de junio de 2025
No, no: yo voy á quebrantar los yugos, Con que oprimen al pueblo los tiranos. ¿Á dónde vas? Á confesar mi culto En presencia del Juez y sus lictores. Se perderá tu voz en el tumulto Que alzarán los serviles oradores. No, no: yo voy á predicar mi culto En presencia del juez y sus lictores. ¿Á dónde vas? Voy á entregar mi cuello Sobre el cadalso donde Dios me aguarda.
Se hallaban delante de una casucha solitaria, sobre cuya puerta tremolaba una banderita blanca y encarnada, dando testimonio de que allí se rendía culto a Baco. No tomo nada, pero bajaré a acompañarle a usted. Me está lastimando el diablo de la silla. No perderá usted el tiempo dijo Celesto acercándose a tenerle el estribo y bajando cuanto pudo la voz.
Jornada primera. Cárcel de esclavos en Marruecos. Razonte, joven castellano de familia distinguida, es cautivado por piratas moros en las costas de España, cuando se disponía á encaminarse á Madrid para casarse con la bella Angélica. Yace durmiendo en su prisión subterránea, y es visitado por el Dios Amor, que lo exhorta á huir de su cárcel, porque, de no hacerlo, perderá á su prometida.
De igual modo la exaltación, que da origen en algunas ocasiones á actos de valor y heroísmo y á rasgos felices en el orden espiritual, no indica, según los médicos, un sistema de nervios vigoroso, sino débil y enfermo. El autor que escribe largo debe comprender que todo lo que gane en extensión su obra lo perderá en intensidad, y que no hay asunto que no pueda y deba desarrollarse con medida.
Perderá la corteza de las viles pasiones que el mundo le ha enseñado. Estoy tan interesada en su salvación, que quiero unirme á ella para toda la vida y salvarla conmigo. ¡Os aseguro que así será! Amadla vosotras, que Dios manda amar á los pecadores, sobre todo cuando están arrepentidos. ¿No es verdad que estás arrepentida, hermana? No se oyó ninguna respuesta.
De mí te sé decir que si quisieras paga por los azotes del desencanto de Dulcinea, ya te la hubiera dado tal como buena; pero no sé si vendrá bien con la cura la paga, y no querría que impidiese el premio a la medicina. Con todo eso, me parece que no se perderá nada en probarlo: mira, Sancho, el que quieres, y azótate luego, y págate de contado y de tu propia mano, pues tienes dineros míos.
Sería injusto comunicarle una impresión poco favorable, cuando a mí misma me ha parecido bastante precipitada y superficial para no querer atenerme a ella. Insistí yo, secretamente picado y deseoso de saber qué podía reprochar a mi amada Luciana, pero se negó obstinadamente a responder. No, no; estaría muy mal. No insista usted, porque perderá el tiempo.
Pues, señor, la bailan á una, la hablan tan finos..., y una ¿qué ha de hacer? Pues es claro. Total, que el mocito que está en el portal de enfrente no perderá el tiempo. Parece que va usté á medias con él. Ojalá, Teresita...; aunque en semejante negocio me sería muy difícil dar participación á nadie. ¿Por qué? Porque es usted demasiado bonita. ¿Me va usté á hacer el amor?
Milord, cuando usted quiera marcharse, le espero en la lancha... Usted no se perderá ya en el camino y yo tengo necesidad de ver al comandante, que vive al otro lado del presidio... Tardaré una hora. Tómese usted el tiempo necesario... Yo no saldré hasta la hora reglamentaria... Á las seis... Ya estará oscuro. Que se vaya con usted el marinero.
¡Me perderá! interrumpió Sorege con violencia. ¡Pero que extraño cambio de papeles! ¿Perderme yo, que no tengo nada de qué arrepentirme? Mientras que yo, añadió Jacobo riendo con amargura, he sido condenado como criminal, ¿verdad? Sí, Sorege, tienes razón. Si yo soy culpable, tú eres inocente. Pero, Jacobo ¿es posible? ¡Sospechas de mí! ¡Me acusas! ¿De qué?
Palabra del Dia
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