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Tendrá muy buen sueldo y 1.200 francos de renta vitalicia cuando la enferma muera. Está desahuciada por todos los médicos. El sueldo le será pagado por la familia; en cuanto a la renta, le respondo yo. Pórtese usted como un buen servidor y espere pacientemente el fin: no perderá nada con esperar.

Porque qualquiera que quišiere šalvar šu vida, la perderá: y qualquiera que perdiere šu vida por cauša de mi, la hallará. Porque de que aprovecha al hombre, ši grãgeáre todo el mundo, y perdiere šu alma? O, que recompenša dará el hombre por šu alma? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de šu Padre con šus Angeles: y entonces pagará

Bien sabe usted que me ha dicho que Jenny Hawkins era Juana Baud... No puede usted salir de este paso sino por la franqueza. Si ha cometido una falta, explíquela sin reticencias, pero no trate de negar, porque es inútil. Cada paso que ya en esa vía, le perderá más seguramente...

34 Y llamando a la multitud con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de , niéguese a mismo, y tome su madero, y sígame. 35 Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de y del Evangelio, éste la salvará. 36 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y pierde su alma?

Para el lector aficionado á razonar el arte y discutir su técnica escribo estas breves líneas. Páselas por alto quien sólo aspire á sentirlo, seguro de que nada perderá en ello: mi simpatía, como la de todo artista, estará siempre con él. Porque sólo una imaginación fresca exenta de conceptos retóricos puede gozar realmente las obras poéticas, respirar con libertad en el mundo de la fantasía.

No puede decirse que su fisonomía fuera antipática: sonreía con bondad, y, sobre todo, había en sus ojuelos cierta gracia y una volubilidad amable. , hija mía, : dónde está, , pero es muy lejos. No podrá usted ir sola; su perderá usted, hija mía. Venga usted y yo la pondré en camino. Y volvió atrás. Siguiéronle Batilo y Clara, que creyó al fin haber encontrado el hilo del laberinto.

Pero doña Catalina, corazón mío, ¿estáis en vos? Enterado habéis de este lance á medio mundo. ¿Y qué se me da? No soy yo mujer á quien mate su marido, ni el conde de Lemos, un marido que mate á una mujer tal como yo; ni aun se divorciará, porque divorciándose perderá la administración de mis bienes. Por lo demás, me importa todo un bledo.

Prefiero tener un bastardo a quien besar todas las mañanas, que oír a un marqués que le llame a usted mamá. repuso Germana que el niño era de usted; pero usted lo dio. Ni usted puede reclamarlo ni menos yo entregárselo. Lo pediré ante los tribunales. Revelaré el misterio de su nacimiento. Nada arriesgo al presente: mi marido ha muerto, y ya no me matará. Perderá usted el pleito.

Por este motivo, cuando se trata de convencer á otros, es preciso separar cuidadosamente la causa de la verdad de la causa del amor propio: importa sobre manera persuadir al contrincante de que cediendo, nada perderá en reputacion.

Se nota todavía en él cierta inexperiencia, pero no carece de solidez... Además, es de «pintor». Tiene usted buenas cualidades... ¡Qué lástima...! LORENZA. ¿Por qué «¡qué lástima...!»? LAFRIPE. Porque lo perderá todo. ¿Es usted robusta y violenta?